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publicado el 02/12/2024

Carlos Juan Finlay y el Día de la Medicina Latinoamericana

Este 3 de diciembre  se celebra el día del trabajador de la salud pública de Cuba y el de la medicina latinoamericana, en la fecha del aniversario del natalicio del notable científico cubano Carlos J. Finlay, que sobresalió en la segunda mitad del siglo XIX por descubrir cuál era el agente trasmisor de la fiebre amarilla.

Desde el año1932 en la sesión de la Junta de Gobierno de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana se hizo la propuesta de nombrar una comisión que se encargara de los preparativos para conmemorar al siguiente año el centenario del natalicio de Finlay.

La iniciativa de celebrar con solemnidad ese acontecimiento había sido presentada ya con antelación por el doctor Jorge Le Roy Cassá  pero finalmente en la reunión anteriormente citada, que tuvo lugar en el mes de diciembre, fue que adquirió carácter oficial.

En esa oportunidad igualmente el joven médico Horacio Abascal Vera, preocupado porque una vez que transcurriera la fecha del 3 de diciembre de 1933 desaparecería de la escena una efemérides tan gloriosa, sugirió como forma de perpetuarla la realización de las gestiones pertinentes para constituirla como Día de la Medicina Americana.

Lo expuesto por el citado doctor  fue objeto de análisis durante la celebración en Dallas, Texas, Estados Unidos, del IV Congreso de la Asociación Médica Panamericana, entre el 21 y el 25 de marzo de 1933.

Así, desde del 3 de diciembre de 1933 y por iniciativa del doctor Abascal, se celebran anualmente cada nuevo aniversario del nacimiento de Carlos J. Finlay y el Día de la Medicina Latinoamericana.

Nacido en 1833 en Santa María de Puerto Príncipe, nombre con el cual se conocía la actual ciudad de Camagüey, y descendiente de una familia de médicos ingleses, Finlay cursó una buena parte de su enseñanza primaria y toda la secundaria en Alemania y Francia.

Con posterioridad alcanzó la condición de Doctor en medicina en la ciudad de Filadelfia, Estados Unidos de América.

En 1855 revalidó sus estudios en la Universidad de La Habana. Este centro universitario le expidió el título de Licenciado en Medicina y Cirugía en 1857. Finlay realizó toda su actividad profesional en Cuba y se dedicó por entero igualmente al estudio de las enfermedades que aquejaban a la población.

Estuvo muy vinculado a los centros científicos existentes en el territorio cubano  y según consta la mayoría de sus trabajos los leyó y discutió en el seno de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.

Entre sus múltiples trabajos algunos trataron sobre el tétanos infantil, la tuberculosis, el paludismo, la lepra y otras enfermedades.

El mayor aporte  de Carlos J. Finlay a la medicina a nivel internacional está referido a la teoría del agente intermediario en la trasmisión de enfermedades infecciosas, que le permitió descubrir la forma de propagación y control de la fiebre amarilla, cuestión que constituía el más terrible azote epidemiológico  en Cuba en la segunda mitad del siglo XIX.

Pero no resultó fácil que esto se le reconociera. Los Estados Unidos intentaron favorecer al científico Walter Reed, quien presidió, en 1901, la cuarta comisión estadounidense que vino a Cuba, precisamente, para «demostrar» in situ que la fiebre amarilla tenía un origen bacteriano y que, por tanto, Finlay estaba equivocado.

Finlay había visitado los Estados Unidos en febrero de 1881 para presentar su trabajo «El mosquito considerado hipotéticamente como agente de la transmisión de la fiebre amarilla» y fue ignorado.

En 1911 se llegó a reconocer a nivel internacional la teoría de Finlay cuando Francia le otorgó la orden oficial de la Legión de Honor, e Inglaterra la medalla Mary Kinsley.

También el XIV Congreso Internacional de Historia de la Medicina, celebrado en Roma en 1954, ratificó al cubano como el único descubridor del agente trasmisor de la fiebre amarilla y la aplicación de su doctrina en el saneamiento del trópico.

Dos años después en otro evento de ese tipo efectuado en España se acordó la ejecución de una campaña intensa para que los libros de texto, diccionarios enciclopédicos y medios de divulgación no atribuyeran a otras personas la gloria que, por derecho propio, le pertenecía a Finlay.

Este científico cubano igualmente estuvo responsabilizado en la etapa inicial del siglo veinte con lo referido a la organización de la salud pública cubana.

Falleció en La Habana el 19 de agosto de 1915

 

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