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publicado el 20/12/2025 05:06 pm

Más de seis décadas de solidaridad concreta: la huella humana de Cuba en el mundo

Hoy, 20 de diciembre, Día Internacional de la Solidaridad Humana, es momento de reflexionar sobre acciones concretas que trascienden las retóricas. Cuba presenta, desde hace más de seis décadas, un caso singular: ha construido una política exterior de cooperación cuyo pilar fundamental es la exportación no de mercancías, sino de conocimiento y cuidado humano.

El recurso más valioso que la isla ha compartido con las naciones más necesitadas no es material, sino su capital humano. Médicos, maestros, entrenadores deportivos y profesionales de la salud han escrito, con su labor diaria y su sacrificio personal, páginas profundas de humanismo práctico.

Tres ejemplos emblemáticos sustentan este legado. Primero, las Brigadas Médicas "Henry Reeve", especializadas en desastres y epidemias graves, cuya labor ha sido reconocida internacionalmente por su rápida y abnegada respuesta en crisis sanitarias desde Haití hasta Pakistán, y más recientemente, frente a la COVID-19 en decenas de países.

Segundo, el programa de alfabetización "Yo, sí puedo", una metodología cubana que ha permitido aprender a leer y escribir a millones de personas en más de 30 naciones, desde comunidades rurales de Bolivia hasta pueblos originarios en Australia, demostrando que la educación es la base más firme para el desarrollo.

Tercero, la presencia constante de miles de colaboradores en sectores esenciales. Actualmente, profesionales cubanos prestan servicios en centros de salud remotos en África, imparten clases en escuelas de Centroamérica y forman atletas en el Caribe.

Esta solidaridad, ejercida incluso en medio de grandes desafíos económicos internos, está hecha de sacrificio y un profundo sentido del bien común. No es ayuda asistencial, sino cooperación para el empoderamiento: enseñar a pescar antes que regalar el pescado.

En este día, la experiencia cubana sirve como un recordatorio poderoso: priorizar al ser humano es posible. Demuestra que la verdadera solidaridad no se mide solo en recursos financieros, sino en la voluntad de compartir lo mejor de uno mismo para sanar, educar y levantar a los demás. En un planeta que clama por unidad, este ejemplo invita a preguntarnos qué estamos dispuestos a aportar, desde nuestro lugar, para tejer una red global de apoyo genuino.

Fuente: Cancillería de Cuba 

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