
José Martí en la mayor altura de Cuba
Desde el 21 de mayo de 1953 de manera simbólica José Martí divisa a Cuba, su tierra natal, desde la mayor elevación del territorio nacional, el Pico Real del Turquino, que cuenta con 1974 metros de altura.
En la base del busto suyo situado allí se refleja la siguiente frase expresada por él en la carta que le escribió al dominicano Federico Henríquez y Carvajal, el 25 de marzo de 1895, en la que le aseguró: “Escasos, como los montes, son los hombres que saben mirar desde ellos, y sienten con entrañas de nación, o de humanidad.”
La iniciativa de situar un busto de Martí en la mayor elevación de Cuba, que se encuentra en el principal sistema montañoso del país, la Sierra Maestra, fue propuesta por la joven maestra Emérita Segredo Carreño en la etapa final del año 1952. Ella era integrante de la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano.
Su proposición resultó respaldada por otros miembros de la citada organización y en La Habana se empezó a trabajar para tratar de lograr la inauguración del citado busto el 28 de enero de 1953, fecha en que se cumpliría el centenario del natalicio de José Martí.
Pero por dificultades que se presentaron en el traslado de materiales hacia la zona montañosa y la localización del personal que se ocupara de construir la base necesaria, no pudo lograrse la colocación del busto en el Turquino hasta varios meses después.
El busto de José Martí fue fundido en bronce y realizado por la escultora cubana Jilma Madera.
A través del tiempo, y de modo muy especial tras la victoria revolucionaria en Cuba en 1959, en zona cercana al busto de Martí en el Turquino se han realizado relevantes actividades.
Muchos jóvenes en recorridos realizados incluso subieron en cinco oportunidades consecutivas hasta la cima del Turquino y le rindieron homenaje a quién además de organizador de la guerra por la independencia de Cuba, en su tercera etapa, fue un gran poeta, periodista, creador de obras de teatro y una novela y sobre todo fue un significativo patriota que proclamó y evidenció con hechos concretos el gran amor que sintiera por su tierra natal y el orgullo por sentirse cubano.
También allí por ejemplo tuvo lugar la primera graduación de 400 médicos y 26 estomatólogos formados íntegramente en el período revolucionario.
Al resumir aquel acto efectuado el 14 de noviembre de 1965, el Comandante en Jefe Fidel Castro, señaló en la parte inicial de su discurso:
“No resulta fácil pronunciar estas palabras de graduación en el Pico Turquino —para nosotros siempre, sin entrar en estos detalles más o menos sin importancia, estas lomas siempre fueron el Pico Turquino— por una serie de razones: primero, porque sé muy bien lo que han hecho todos los que han llegado hasta aquí. Tengo muy presente las largas horas de caminata, de cansancio, de sed, de angustia —en algunas ocasiones—, de desesperación, de acopio heroico de voluntad y de fuerzas para llegar hasta aquí. Y hay algo que no se puede resumir con palabras ni expresar con palabras y es realmente ese momento en que se llega al Turquino. Y cada cual lo expresa a su manera: algunos se quedan mudos, otros lloran de emoción y, en fin, no creo que haya uno solo que en esos instantes no experimente un momento único de infinita satisfacción consigo mismo por el esfuerzo realizado, por la victoria obtenida, por la fuerza de voluntad demostrada, y que en algunos casos individuales es realmente lo que puede llamarse un esfuerzo heroico.”
Fidel también destacó:
“Nadie sube con facilidad las lomas, nadie sube con comodidad y sin esfuerzo las lomas. Incluso todos esos campesinos que ustedes ven que suben y bajan casi corriendo con cualquier carga a cuesta, no suben las lomas sin sacrificio. Simplemente se han acostumbrado a ese esfuerzo, a ese sacrificio continuamente.
Para unos es mayor que para otros, pero el espíritu con que colectivamente se llegó hasta aquí es verdaderamente admirable.
Y añadió:
“En este viaje muchos de ustedes han tenido oportunidad de comprender muchas cosas, sin palabras, sin adoctrinamientos, sin discursos, en ese lenguaje mudo pero elocuentísimo, de las realidades, de las realidades sociales y de las realidades humanas. Porque estoy seguro de que mucho más que las ideas abstractas, las inclinaciones, la vocación, la condición natural de cada uno de ustedes —incuestionablemente buena—, contribuirá a que ustedes sepan cumplir el deber, a que ustedes en cada ocasión sepan comportarse de la mejor manera, la actitud de los campesinos de estas montañas, la clase de hombres y mujeres que ustedes han visto; la bondad, la amabilidad, la generosidad, la solidaridad, el reconocimiento, la gratitud de los hombres y mujeres, de los niños y de los ancianos que en tan duras condiciones de vida han trabajado, han crecido y han vivido en estas montañas; sus gestos, absolutamente espontáneos, las flores con que los recibían, las frutas de sus cosechas, el café, el agua, la voluntad de ayudarlos, la colaboración que prestaron en la organización de todo, la estimación hacia los médicos.”
Igualmente el máximo líder de la Revolución manifestó:
“Porque desde que se entra en estas montañas, no porque estas montañas hayan sido escenario de la lucha, sino porque estas montañas son expresión de los frutos de esa lucha; desde que se acerca a la ciudad escolar, desde que empiezan a aparecer los muchachos de las Minas del Frío, esas impresionantes realizaciones revolucionarias de nuestro pueblo, ese tipo de hombres y de jóvenes que allí se está forjando, ese contingente de futuros educadores, ese encuentro de nuestros universitarios con esas otras fuerzas que surgen, ese espíritu, ese nivel de conciencia en nuestros campesinos, ese nivel de educación y de cultura, esa sensibilidad humana, esa actitud enteramente nueva ante la vida, esa seguridad, esa confianza, ese optimismo de toda una población; y no solo su confianza, su optimismo, su seguridad ante el futuro, sino también su fuerza, porque no nos mostraban los campesinos solo su bondad, y su solidaridad, su sensibilidad, nos mostraban como aliados y baluartes de los obreros, de los intelectuales revolucionarios, la fuerza con que pueden defender su causa.”
Además Fidel resumió el simbolismo que tenía ese acto que se celebraba en el Pico Real del Turquino: “Y aquí, desde aquí, desde este Pico Turquino, es bueno proclamarlo. ¡Porque el triunfo de la Revolución no nos ha hecho más débiles! ¡Los éxitos de la Revolución no nos han hecho menos revolucionarios, sino que nos han hecho más revolucionarios!
Y este ascenso al Turquino de nuestros estudiantes, de nuestros profesores, de todos nosotros, entraña un símbolo, y es el símbolo de que el espíritu que nos trajo a estas montañas, el espíritu que nos llevó a estas montañas, es hoy como ayer, y será siempre, nuestro espíritu, ¡el espíritu de nuestra Revolución! “
Ya desde la segunda mitad del siglo XIX también José Martí había hecho referencia a la relación metafórica entre las alturas de las montañas y la de los hombres. Por ejemplo en un trabajo elaborado en 1882 precisó acerca de cómo se debía luchar para mantener a través del tiempo en ascenso la trascendencia de la propia existencia humana.
Él expresó que la montaña concluía en pico y que la propia vida debía acabar en cima.
Igualmente Martí, en el trabajo escrito en 1882, y que fuera publicado en Nueva York al año siguiente como prólogo a la segunda edición del poema del Niágara, editado por Juan Antonio Pérez Bonalde, destacó, en forma simbólica, el significado que tenía el crecimiento de los seres humanos.
Y estableció de nuevo una comparación con las montañas al decir:
“Una gran montaña parece menor cuando está rodeada de colinas. Y ésta es la época en que las colinas se están encimando a las montañas; en que las cumbres se van deshaciendo en llanuras; época ya cercana de la otra en que todas las llanuras serán cumbres.”