1849.   Fallece en La Habana el científico Tomás Romay y Chacón.

Su nacimiento tuvo lugar en la capital cubana el 21 de diciembre de 1764.

Fue el introductor de la vacuna en Cuba y está catalogado además como el precursor del desarrollo de la ciencia en nuestro país.  También se destacó por sus aportes a la enseñanza de la medicina. Introdujo los estudios de Anatomía en el cadáver y el de la clínica en la sala de los hospitales.

Llegó a ser calificado como un gran humanista, sabio, médico y gran higienista. Al crearse la Sociedad Económica de Amigos del País, estuvo entre sus miembros fundadores. Laboró como redactor y en ocasiones como Director del Papel Periódico de La Habana, publicación de dicha sociedad. Se convierte, junto al economista Francisco de Arango y Parreño y al filósofo José Agustín Caballero, en una de las principales figuras del movimiento progresista impulsado por la gran burguesía criolla de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Llegó igualmente a ocupar diversos cargos administrativos. Fue Secretario de la Diputación Provincial y presidente de la Junta Superior de Medicina. En su labor profesional fungió como profesor de clínica médica y fue médico de los hospitales de la Marina.

1957.  Fallece en La Habana Felipe Pichardo Moya.

Su nacimiento tuvo lugar en Santa María del Puerto del Príncipe, hoy ciudad de Camagüey, el 18 de octubre de 1892.

Cursó el bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, entre 1907 y 1912. Se graduó de Doctor en Derecho en la Universidad de La Habana en 1916.

Ejerció la jurisprudencia en Camagüey. Fue profesor del Instituto de Segunda Enseñanza y director de la Escuela Normal para Maestros.  Como periodista y escritor dedicó una considerable parte de su obra escrita a la Arqueología y la Historia.

Desde el punto de vista científico, su vida estuvo consagrada a los estudios referidos a la prehistoria de Cuba, en actividades de campo y de gabinete, especialmente en el territorio de la provincia de Camagüey.

Consideraba que el arqueólogo no debía ser un simple coleccionista de piezas, sino un estudioso del material hallado para lograr su adecuada catalogación en las culturas aborígenes.