El próximo 31 de diciembre, la Ciudad Deportiva de La Habana volverá a ser el corazón palpitante de una de las citas más simbólicas y esperadas del calendario atlético cubano: la Carrera San Silvestre. Este evento, que mezcla sudor, memoria colectiva y celebración, transformará las calles de la capital en un escenario de esfuerzo y júbilo popular.

Con salida y meta en las inmediaciones de Vía Blanca, los corredores enfrentarán un exigente circuito de 10 kilómetros que dibuja un pentágono de esfuerzo y recuerdos. El trazado, que se repetirá en cinco vueltas, atravesará las calles Primelles, Santa Catalina y Boyeros, arterias que no son solo asfalto, sino páginas de la historia urbana habanera. La carrera se desarrollará en el sentido del tránsito habitual, con un despliegue de seguridad que garantizará la protección de los participantes.

La convocatoria es temprana y precisa: el disparo de salida está previsto para las 7:00 a.m., hora local, exigiendo a los competidores reportarse desde las 6:00 a.m. en el área de concentración. La participación será exclusiva para aquellos atletas que posean los dorsales del Marabana 2025, un requisito establecido por el comité organizador para mantener el carácter clasificatorio y el control del evento.

Más allá de la competencia cronometrada, la San Silvestre cubana ha consolidado una visión inclusiva del deporte. Se premiará a los tres primeros hombres y mujeres en culminar el recorrido, pero el reconocimiento se extenderá a categorías fundamentales: se destacará el desempeño de atletas pertenecientes a asociaciones de personas con discapacidad, así como otras actuaciones destacadas por resistencia o espíritu deportivo.

La organización garantizará agua potable en la salida y la llegada, aunque siguiendo la tradición de las carreras populares, cada corredor deberá ser responsable de su propio abastecimiento durante los 10 kilómetros de esfuerzo, planificando su hidratación a lo largo del circuito.

La Carrera San Silvestre es, en esencia, un ritual colectivo de fin de año. Como ocurre en numerosas ciudades del mundo —desde la multitudinaria São Paulo hasta la clásica Madrid—, despedir el año corriendo simboliza renovación, resistencia física y esperanza colectiva. Es un acto de optimismo, donde cada zancada parece alejar lo viejo y atraer lo nuevo.

En Cuba, sin embargo, esta fecha deportiva adquiere una dimensión histórica única. Correr el 31 de diciembre es también celebrar la víspera del Triunfo de la Revolución cubana, ocurrido el 1 de enero de 1959. Esta coincidencia en el calendario ha transformado la carrera en una tradición donde el deporte se convierte en memoria viva y celebración compartida. No es solo una prueba atlética; es un acto comunitario que entrelaza el pulso del presente con el legado histórico, haciendo de las calles un espacio donde se funden el aliento de los corredores y el eco de la historia.

Así, la San Silvestre habanera se erige como mucho más que una competencia: es un símbolo de resiliencia, un ejercicio de memoria y una fiesta popular que, paso a paso, une a una ciudad en la despedida de un año y la bienvenida de otro, cargado de nuevos desafíos y metas por alcanzar.

(Fuente: CNCCMM)