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publicado el 06/11/2025 05:59 pm

La Solidaridad de la juventud cubana tras el paso del huracán Melissa

Dicen que no existe sinceridad más pura que la de los niños. Esa verdad se ha hecho tangible en las jornadas posteriores al huracán Melissa, donde el sentir de los pioneros cubanos ha demostrado que la compasión no entiende de edades ni de distancias.

En la escuela primaria Rafael María de Mendive, en el corazón de La Habana Vieja, la solidaridad se ha materializado en colores, palabras y pequeños grandes tesoros. Junto al «Buzón de la Solidaridad», se acumulan no solo donativos, sino pedazos de corazón. Dibujos que buscan animar, cartas que intentan consolar y juguetes que dejan de ser un bien personal para convertirse en un consuelo para un semejante desconocido.

Ahí está Diego, un pionero de primer grado, con un bolso de juguetes apretado contra su pecho. Su explicación es simple y profunda: «Hay niños que no tienen nada, y se los quiero regalar». A su lado, Jean Luis, de cuarto grado, concentrado en colorear un dibujo, comprende que su arte puede ser un bálsamo: «El huracán destruyó las casas de muchas personas, espero que mi dibujo los anime».

Estos niños no conocen a quienes reciben su ayuda, tampoco saben exactamente dónde viven y quizás no comprenden en su totalidad la magnitud de la pérdida. Sin embargo, un impulso innato de empatía los mueve a actuar. Es la misma fuerza que ha movilizado a miles de jóvenes en toda la Isla, transformando la solidaridad de un concepto abstracto a un verbo que se conjuga con hechos.

La iniciativa, convocada desde un principio por la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), ha encontrado una respuesta contundente. No se trata de dar lo que sobra, sino de compartir lo que se tiene. Mientras los buzones de las escuelas se llenan de mensajes de aliento, la juventud en pleno se organiza. Camiones recorren centros de trabajo, escuelas y emprendimientos en la capital, recogiendo donaciones que viajarán directamente hacia los sitios más recónditos y afectados del oriente del país, hacia aquellos que lo perdieron casi todo.

Este torrente de generosidad es solo el comienzo de un propósito mayor y altruista. Es la juventud en movimiento, poniendo actitud y demostrando que, incluso en las horas más complejas, las nuevas generaciones de cubanos están listas para tender una mano.

Con esta entrega silenciosa pero constante, no solo se envían recursos materiales; se siembra esperanza y se construye un futuro sobre los cimientos de la fraternidad. Una vez más, con su ejemplo, demuestran que con ellos, la Isla siempre podrá contar.

Fuente: Periódico Juventud Rebelde 

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