Calle Cuba: Un modelo de higiene comunitaria en el corazón de La Habana Vieja
Por: Marisol Ramírez Palacios
“Somos el único lugar que tiene una calle con el nombre del país”, afirma con orgullo Ángel Aguilera Castillo (Angelito), presidente del Consejo Popular Catedral, en el Centro Histórico de La Habana. No es casual que eligieran esta arteria para iniciar un proyecto que responde a una de las principales quejas de los electores: la acumulación de basura y escombros, la fetidez y la insalubridad.
La iniciativa busca involucrar a todos los actores, residentes y población flotante, en una experiencia de higiene comunal que, en casi tres meses, ya muestra resultados alentadores.
La geografía de La Habana Vieja, con calles estrechas que impiden la colocación de contenedores en las avenidas principales, se suma a la problemática. Además, el auge del sector privado—con numerosas cafeterías y restaurantes—ha complicado la logística.
El renacimiento económico de la zona, con el arrendamiento de locales, ha eliminado espacios para los contenedores. “Hemos perdido prácticamente 11 posiciones de contenedores en un consejo con 12 mil habitantes, donde el trabajo privado ha aumentado y la población flotante alcanza las 80 mil personas”, puntualiza Aguilera. “Un 40% de los contenedores están rotos por el maltrato de los operarios y hay demora en su reposición”. La suma de estos factores creó un panorama crítico.
Una solución nombrada "Ratoncito Blanco"
Ante este escenario, las reuniones con la Oficina del Historiador de la Ciudad fructificaron en una solución innovadora. Nació la Mipyme Estatal Ratoncito Blanco, para dar continuidad a una idea del eterno Historiador Eusebio Leal Spengler, inaugurada el 11 de septiembre, en el aniversario 83 de su natalicio, como homenaje póstumo.
La iniciativa estrella es un camión que recorre la calle Cuba dos veces al día—a las 7:00 a.m. y las 7:00 p.m.—para que los residentes entreguen su basura directamente. Esto ha permitido evacuar entre el 60% y 70% de los desechos domésticos, reduciendo la dependencia de los contenedores fijos.
Los vigías medioambientales: El alma del proyecto
La estrategia se complementa con el movimiento de vigías medioambientales, ciudadanos desempleados del consejo que se encargan de limpiar y concientizar a los vecinos. Son financiados por el sector privado, que se beneficia de un entorno más limpio y atractivo para los clientes.
Al frente de este grupo está Niurka Alforis Castillo. Comenzó como vigía en su cuadra, erradicando un gran foco de basura, y hoy es la coordinadora de higiene del consejo. “Cuando empecé, la gente se burlaba. Ahora tengo a doce personas pidiéndome trabajo”, comenta. A sus cinco colaboradores los llama con cariño “mis jenízaros”, por su disciplina y dedicación. “No solo limpian; también ayudan a cargar el camión y alertan a la Empresa Aurora sobre vertidos irregulares”.
Historias de transformación
El impacto es tangible en esquinas que antes eran microvertederos. En Aguiar y Tejadillo, Luis Alberto Núñez Hernández, “un señor que bebía mucho y fue rescatado de esa adicción”, mantiene el lugar impecable. “Colaboro para evitar los virus”, dice entusiasmado.
Testimonios como el de Geydis Barrios Cuello, administradora de una farmacia, confirman el cambio: “La basura llegaba hasta la ventana de mi oficina. Esta gente es lo mejor que me ha pasado”. Delvis Hernández Jiménez, vigía de su propio barrio, añade: “Barro las calles y vigilo para que la gente no se enferme”.
Mientras tanto, Niurka y sus "jenízaros" ya han tomado la iniciativa y funcionan como un "Ratoncito" alternativo en otra avenida. “La población ha cogido conciencia”, afirma ella. “Estamos viendo todas las enfermedades que están surgiendo y no vamos a propagar otras”.
El recorrido por el Consejo Popular Catedral evidencia el cambio: el aire huele distinto y los rostros de la gente reflejan alivio. Se respira la herencia de Leal, de su amor por la ciudad, materializada en un esfuerzo comunitario que está limpiando, cuadra a cuadra, el corazón de La Habana.
Un proyecto integral
El proyecto incluye campañas de comunicación con carteles y talleres con niños, una parcela enrejada para la disposición ordenada de escombros—con planes para su reutilización—y la entrega de contenedores pequeños a los emprendedores.
El entusiasmo existente es palpable. “Hemos logrado suprimir los vertimientos en la calle Cuba”, anuncia Aguilera. Próximos pasos incluyen extender el servicio Ratoncito Blanco a la concurrida calle O'Reilly, un proyecto de alumbrado público y un plan de pintura para los edificios.
En Habana 614, entre Muralla y Teniente Rey, donde radica la sede de la Mipyme Estatal Ratoncito Blanco, su director Ricardo Rodríguez Rodríguez ilustró sobre el proyecto, aún en desarrollo, aprobado por el Ministerio de Economía y Planificación, y que, según indica, esperan formalizar el próximo mes.
Incluye una enfermería con médico permanente para atender a los trabajadores, en los altos un pantry que ya da servicio, baños con duchas y taquillas y casi terminada una sala de teatro. En el patio, los carros barredores esperan alineados, listos para continuar la batalla por una ciudad más limpia, en la estela del sueño del eterno Historiador de La Habana.
Equipo de Gestión de Contenidos