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publicado el 12/10/2025 10:10 am

Sesenta años de alertas y cielos despejados: el Instituto de Meteorología, guardián del tiempo en Cuba

En la memoria de un huracán, en la planificación de una cosecha, en la simple decisión de salir con paraguas o no, allí ha estado presente, durante seis décadas, el Instituto de Meteorología de Cuba. Este mes, la institución que ha leído los cielos de la isla con ojo experto cumple 60 años, un aniversario que es tanto un recorrido histórico como un reconocimiento a la labor callada que salva vidas y protege la economía.

La fundación, cargada de simbolismo, tuvo lugar en el Capitolio Nacional. Fue el capitán Antonio Núñez Jiménez, entonces presidente de la Academia de Ciencias de Cuba, quien en un acto de visión estratégica constituyó oficialmente el organismo.

Desde aquel momento, su misión quedó claramente definida: acompañar al país en el pronóstico del tiempo y en la evaluación del clima, siempre en función del desarrollo nacional.

Sin embargo, más allá de los pronósticos cotidianos, ha sido en los momentos críticos donde el Instituto ha tallado su leyenda. La frase “ha salvado al país”, que aparece en el resumen de su trayectoria, no es una hipérbole.

Ante la llegada imparable de huracanes, tormentas severas y otros eventos extremos, el trabajo incansable de sus especialistas ha proporcionado el bien más preciado: tiempo. Tiempo para evacuar, tiempo para prepararse, tiempo para minimizar pérdidas humanas y materiales. La credibilidad y precisión de sus alertas son un activo nacional ampliamente reconocido por la ciudadanía.

Este aniversario no es solo una mirada al pasado, sino también un homenaje al presente. El tributo se extiende a los trabajadores actuales, aquellos que hoy monitorean satélites, interpretan modelos numéricos y comunican, con rigor y paciencia, la inminencia de un temporal. Pero el reconocimiento también abarca con gratitud a todos los que, a lo largo de esta fecunda trayectoria, dedicaron su talento y esfuerzo a descifrar los caprichos de la atmósfera.

Desde aquellas primeras cartas sinópticas hasta los modernos sistemas de pronóstico por ensamble, el Instituto ha evolucionado, enfrentando el reto de un clima cada vez más cambiante y extremo. Su historia es la de un diálogo constante con la naturaleza, un esfuerzo colectivo para que, frente a la furia de los elementos, Cuba nunca se encuentre a ciegas.

Hoy, con sesenta años a sus espaldas, el Instituto de Meteorología sigue en su puesto, con la mirada puesta en el horizonte y en las pantallas que muestran el futuro inmediato del tiempo, reafirmando su compromiso de ser el guardián silencioso bajo el cielo cubano.

Fuente: Periódico Granma 

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