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publicado el 09/09/2025 04:17 pm

Monte Vedado: de bosque prohibido a cuna de pioneros urbanos

Antes de que El Vedado se convirtiera en símbolo de sofisticación habanera, fue simplemente monte. Un monte vedado.

Así lo decretaron las autoridades coloniales españolas el 9 de septiembre de 1569: quedaba prohibido el acceso, el pastoreo y la apertura de caminos en esa zona boscosa al oeste de la ciudad amurallada. ¿La razón? Seguridad. Se buscaba dificultar la entrada de corsarios y piratas por sorpresa a la villa de San Cristóbal de La Habana.

El bosque era tupido, con caobas, robles y cedros que se alzaban cerca de la costa. Su riqueza natural lo convirtió en fuente de madera para puertas, ventanas y barcos. Incluso, se enviaron maderas al monasterio de El Escorial, en Madrid.

Sin embargo, el monte permaneció durante siglos como un espacio marginal, silvestre y casi hostil.

A pesar de la prohibición, comenzaron a llegar los primeros habitantes. No eran colonos oficiales ni propietarios con títulos, sino pescadores, soldados, esclavos, contrabandistas y trabajadores de las canteras. Gente de paso, de oficio, de necesidad.

Se asentaban en caseríos improvisados, chozas de tránsito y zonas apenas controladas por el Cabildo. Eran considerados marginados, pero fueron los pioneros del territorio.

El monte vedado era refugio y frontera. Allí descansaban los obreros que extraían piedra para las construcciones coloniales. Allí se escondían los que huían del control urbano. Y allí también se gestaba, sin saberlo, el futuro de una barriada que cambiaría el rostro de La Habana.

Ya en el siglo XIX, el monte comenzó a dividirse en grandes estancias. En 1858, el Ayuntamiento aprobó la parcelación de El Carmelo, propiedad de José Domingo Trigo y Juan Espinosa, con 105 manzanas. Un año después, Francisco Frías y Jacott, Conde de Pozos Dulces, y sus hermanas Dolores y Ana, obtuvieron autorización para parcelar su finca de El Vedado, con 29 manzanas.

Frías y Jacott, agrónomo y político ilustrado, mantuvo el nombre “Vedado” por su matiz laico, acorde con su condición de masón. Su diseño urbanístico introdujo por primera vez el uso racional de números y letras para las calles, en lugar de los nombres pintorescos de La Habana Vieja. Las manzanas median uniformemente 100 metros por cada costado.

El reparto Medina se proyectó en 1865 y comenzó a urbanizarse en 1883. Fue promovido por Javier Bossi y la familia Medina, propietarios de las canteras de Aulet. La calle 23, hoy arteria principal de El Vedado, nació como Avenida Medina, en honor a esa familia.

Aunque los primeros habitantes del monte vedado fueron pescadores, obreros y soldados de fila, con el paso del tiempo comenzaron a establecerse familias de mayor rango social y político. Entre estas se destacaron oficiales del Ejército Libertador, licenciados tras la Guerra de Independencia, muchos de los cuales conservaron sus armas como símbolo de resistencia frente al proyecto neocolonial de Estados Unidos.

También se asentaron figuras prominentes, como Domingo Méndez Capote, general mambí y secretario de Estado del Gobierno interventor estadounidense, cuya familia representaba la transición entre la élite republicana y los antiguos combatientes, y también el general Enrique Loynaz, casado con Mercedes Muñoz Sañudo y padre de los célebres hermanos Loynaz.

Esas familias encopetadas, como los Frías y Jacott, los Trigo y los Capote, no solo parcelaron el monte, sino que lo transformaron en símbolo de modernidad y prestigio. Así, El Vedado se convirtió en un espacio donde convivían la memoria de la lucha independentista y el proyecto urbano de la nueva república.

Los primeros habitantes del monte vedado fueron una mezcla de marginados, trabajadores y pioneros urbanos. No tenían títulos nobiliarios, pero sí la voluntad de habitar un espacio que la ciudad oficial había vedado. Con el tiempo, sus chozas dieron paso a mansiones. Sus caminos de tierra se convirtieron en bulevares. Y su monte, en símbolo de modernidad.

Hoy, cuando se camina por la calle Línea o se observa la estatua del Conde de Pozos Dulces, se recuerda que El Vedado no nació elegante. Nació silvestre, vedado, y habitado por quienes supieron ver en el bosque una promesa.

(Tomado de Radio Ciudad Habana)

Foto: Excelencias Cuba

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1 comentarios insertados

Saery dijo:

Muy interesante. Gracias por regalarnos ese pedazo de historia

09/09/2025 06:52 pm / RESPONDER