
El rol de los héroes y la obra Abdala de nuestro José Martí (II)
A través de su vida José Martí hizo referencia y destacó la trascendencia de la existencia de los héroes, a los que consideró como comensales de toda mesa.
Tenía 16 años cuando el 23 de enero de 1869 en La Habana se publicó en el primer y único número del periódico La Patria Libre su drama en verso que identificó como Abdala y cuya trama se desenvuelve en un país denominado Nubia.
En dicha obra reflejó cuatro personajes principales, además del joven Abdala están Espirta y Elmira, madre y hermana, respectivamente del joven guerrero, un senador y varios consejeros y soldados.
En la parte inicial Martí hace referencia al instante que un senador le comunica a Abdala que un feroz y necio conquistador amenaza, a Nubia.
Nubia con singular arrogancia.
Ante tal situación Abdala comenta que
Hay un héroe por veinte de sus lanzas:
Que del aire se atreva a hacerse dueño:
Que el fuego a los hogares hace falta:
Que la tierra la compre con su sangre:
Que el agua ha de mezclarse con sus lágrimas.
El drama en verso Abdala se desarrolla en ocho escenas. En la segunda se refleja un largo parlamento de Abdala en el que se refleja la firmeza del joven dispuesto a defender a su tierra frente a la presencia del agresor. En la parte inicial de esa escena Abdala expresa:
¡Por fin potente mi robusto brazo
Puede blandir la ruda cimitarra,
Y mi noble corcel volar ya puede
Ligero entre el fragor de la batalla!
Por fin mi frente se ornará de gloria!
Seré quien libre a mi angustiada patria,
Y quien le arranque al opresor el pueblo
Que empieza a destrozar entre sus garras!
Y el vil tirano que amenaza a Nubia
Perdón y vida implorará a mis plantas!
Y la gente cobarde que lo ayuda
A nuestro esfuerzo gemirá espantada!
En la tercera escena Abdala dialoga con un grupo de guerreros que se preparan para salir a combatir a los que pretenden conquistar a su tierra natal.
Particularmente significativa es la escena cuatro, en la que se presenta un emotivo diálogo entre Espirta y su hijo Abdala. La madre, temerosa que el joven pueda morir lo trata de retener para que no vaya a la guerra.
Martí sintetiza la entereza del joven guerrero al exponer:
¿Yo detenerme, madre?
¿No contemplas
El ejército ansioso que me aguarda?
¿No ves que de mi brazo espera Nubia
la libertad que un bárbaro amenaza?
En la escena siguiente se continua el diálogo entre Espirta y su hijo Abdala. Ella le sigue insistiendo para que él desista ir hacia los campos de batalla. Incluso le llega a afirmar:
¿Y tanto amor a este rincón de tierra?
¿Acaso él te protegió en tu infancia?
¿Acaso amante te llevó en su seno’
¿Acaso él fue quién engendró tu audacia
Y tu fuerza? ¡Responde! ¿O fue tu madre?
¿Fue la Nubia?
Y a través de lo que señala Abdala ante esas interrogantes, de hecho el joven Martí ofrece una imagen llena de trascendencia acerca del significado que le concede al vocablo Patria.
El amor, madre, a la patria
No es el amor ridículo a la tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
Es el odio invencible a quien la oprime,
Es el rencor eterno a quien la ataca;
Y tal amor despierta en nuestro pecho
El mundo de recuerdos que nos llama
A la vida otra vez, cuando la sangre,
Herida brota con angustia el alma;-
Y las memorias plácidas que guarda!
Se manifiesta en la obra que Espirta insiste en tratar de convencer a Abdala qué permanezca a su lado. Pero el joven le expone razonamientos contundentes al señalarle:
Ni en sangre ni en obstáculos repara;
Del tirano desprecia la soberbia;
En su pecho se estrella la amenaza;
¡Y si el cielo bastara su deseo,
Al mismo cielo con valor llegara!
Las dos últimas escenas, reitero de las ocho que conforman este drama en verso de Martí, ponen de relieve el orgullo que sintió el joven guerrero que fue mortalmente herido en el enfrentamiento con los agresores, pero que se sentía feliz en ese instante porque finalmente conoció que los invadores habían sido derrotados.
Así Martí hizo alusión a lo que experimentaba Abdala:
¡Nubia venció! Muero feliz: la muerte
Poco me importa, pues logré salvarla…
¡Oh, qué dulce es morir cuando se muere Luchando audaz por defender la patria!
Cuando se publicó Abdala, ya hacía varios meses que en Cuba se combatía por alcanzar la independencia.
En gran medida la vida de Abdala descrita por Martí fue como un anticipado reflejo de su propia existencia, ya que con el decursar del tiempo él participó de modo muy activo en el desarrollo de la causa por la liberación de su tierra natal del dominio colonial español e incluso supo enfrentarse hasta contradicciones que surgieron en el seno familiar, por su decisión de darle prioridad absoluta a todo lo referido al desarrollo de la lucha por la independencia de Cuba.
Al igual que Abdala, Martí supo luchar y morir en defensa de su Patria.
Acerca de la obra Abdala y el contexto histórico en que José Martí la escribió han tratado en libros y trabajos periodísticos diversos investigadores y escritores.
En tal sentido cito un fragmento de lo expuesto por el profesor y periodista de origen español radicado en La Habana Herminio Almendros quién en su libro titulado Nuestro Martí manifestó: “Corre el año 1868, y el 10 de octubre, en la región oriental de la isla, Carlos Manuel de Céspedes se ha levantado con un grupo de valientes en guerra contra España “que gobierna la isla de Cuba con un brazo de hierro ensangrentado”.
“Las acciones de guerra de los rebeldes en el campo tras el Grito de Yara por la independencia, causan honda impresión en las ciudades. Agitados de entusiasmo andan maestros y estudiantes en el colegio San Pablo. Mendive alienta el ardor patriótico. Se leen y recitan sus poemas de critica y rebeldía. Solos siguen a veces a altas horas Martí y su maestro la marcha de la insurrección de Céspedes, y en los dos se afirma y crece con el entusiasmo el ansia de libertad.
“En esta época ha cuajado ya en el corazón del joven Martí el motivo ideal que será rumbo de su vida hasta la muerte. Consagrado vivirá ya para siempre al gran empeño revolucionaria que haga libre su patria.
No le basta al joven estudiante con admirar a su maestro y a las personas mayores que en actos de protesta muestran su amor a la patria; él mismo, en su juventud de dieciséis años, entra ya en acción. En El Diablo Cojuelo, una hoja impresa que ha preparado con su amigo Valdés Domínguez, escribe notas de burla y censura de las autoridades y de la política, y en La Patria Libre, periódico del que no sale más que un número, que prepara él mismo con trabajos de Mendive y otras personas adultas, se publica su poema dramático Abdala. El drama es como un espejo de Cuba oprimida, y hay en él un héroe que lucha por la libertad de la patria y por ella muere.”