Especiales

Rating 0 - Votos (0)

71 visitas

En Playitas de Cajobabo un histórico desembarco

Con el empleo de una frase extremadamente breve, con sólo dos palabras: “Dicha grande”, José Martí resumió en su diario de campaña  lo que experimentó el once de abril de 1895 cuando llegó a Cuba por la zona de Playitas de Cajobabo.

Tras vencer numerosas limitaciones y obstáculos Martí pudo realizar el traslado desde Montecristi, en Santo Domingo hacia el territorio cubano,  en unión de Máximo Gómez y un reducido grupo de patriotas.

Llegó a Cuba por la zona sur del actual municipio Imías, en la provincia de Guantánamo.

Y esto fue expresión de su modo de actuar en plena correspondencia con lo que fuera capaz de proclamar en discursos, cartas y en documentos en lo referido a su aporte a la lucha por la independencia de su tierra natal del dominio colonial español.

Cito tan sólo varios ejemplos de lo que puntualizaría al respecto. El 10 de octubre de  1890 en el acto celebrado en el Hardamn Hall de Nueva York, con motivo del aniversario del inicio de la guerra por la independencia, Martí afirmó cuál era la actitud que debía asumirse para rendirles un verdadero homenaje de modo muy especial a los que habían caído en ese empeño: “Otros llegarán sin temor a la pira donde humean, como citando con la hecatombe, nuestros  héroes; yo tiemblo avergonzado, tiemblo de admiración, de pesar y de impaciencia. Me parece que veo cruzar, pasando lista, una sombra colérica y sublime, la sombra de la estrella en el sombrero, y mi deber, mientras me queden pies, el deber de todos nosotros, mientras nos queden pies, es ponernos en pie y decir; “!presente!”

También en la carta que le escribió a su amigo dominicano Federico Henríquez y Carvajal, fechada en la ciudad de Montecristi el 25 de marzo de 1895 Martí, al resumir el compromiso que tenía con la guerra que se había reiniciado en Cuba el mes anterior y detallar su interés por trasladarse hacia Cuba, expuso: “Yo evoqué la guerra: mi responsabilidad comienza con ella, en vez de acabar. Para mí la patria, no será nunca triunfo, sino agonía y deber.”

En similar fecha en lo que fue la última misiva que le escribió a su querida madre, Leonor Pérez Cabrera, Martí igualmente aseguró: “Usted, se duele, en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida; y, ¿por qué nací de usted con una vida que ama el sacrificio?”

Le  patentizó de inmediato el sentido que le atribuía a su vida y a la existencia de los seres humanos al expresar:  “Palabras, no puedo. El deber de un hombre está allí donde es más útil.”

En correspondencia plena con las consideraciones citadas Martí encaró en el territorio cubano a partir del 11 de abril de 1895 condiciones extremadamente difíciles y el peligro latente de resultar herido y o ultimado en algún encuentro con fuerzas al servicio de las autoridades españolas.

Acerca de lo que sentía al hallarse en Cuba Martí igualmente dejó constancia, por ejemplo, no sólo en las anotaciones que hiciera en su diario de campaña sino además en cartas que escribiera a sus amigos y cercanos colaboradores Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra así como a Carmen Miyares y a sus hijos.

A Gonzalo y a Benjamín les expuso en la carta fechada el 15 de abril: “Hasta hoy no me he sentido hombre. He vivido avergonzado, y arrastrando la cadena de mi patria, toda mi vida. La divina claridad del alma aligera mi cuerpo. Este reposo y bienestar explican la constancia y el júbilo con que los hombres se ofrecen al sacrificio.”   

Y a Carmen Miyares y a sus hijos les dijo en la misiva que les dirigió

igualmente en la fecha anteriormente citada: “Es muy grande, Carmita, mi felicidad, sin ilusión alguna de mis sentidos, ni pensamiento excesivo en mi propio, ni alegría egoísta y pueril, puedo decirte que llegué al fin a mi plena naturaleza, y que el honor que en mis paisanos veo, en la naturaleza que nuestro valor nos da derecho, me embriagaba de dicha, con dulce embriaguez. Sólo la luz es comparable a mi felicidad.”

En Cuba puso de manifiesto sus cualidades como patriota y como ser humano.

Recuerdo al respecto lo que varios años después de su muerte contó el Generalísimo Máximo Gómez al evocar a Martí en los campos de Cuba, totalmente comprometido con el desarrollo de la causa por la independencia.

Gómez señaló: 

”Y yo vi. entonces también a Martí atravesando las abruptas montañas de Baracoa con un rifle al hombro y una mochila a la espalda, sin quejarse ni doblarse, al igual de un viejo soldado batallador acostumbrado a marcha tan dura a través de aquella naturaleza salvaje, sin más amparo que Dios.”

Su opinión importa
Déjenos sus comentarios

Tenga en cuenta que:

  • No debe usar palabras obscenas u ofensivas.
  • Deben estar relacionados con el tema.
  • No se publicaran los que incumplan las políticas anteriores.




0 comentarios insertados