de mi Habana

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publicado el 21/01/2021

JESÚS ORTA RUÍZ (El Indio Naborí)

Jesús Orta Ruíz, destacado  poeta y periodista, fue conocido como el Indio Naborí.  Su nacimiento tuvo lugar en la zona de Guanabacoa, en La Habana el 30 de septiembre de 1922.

Él llegó a ser considerado como el más alto cultor de la décima en Cuba en el siglo veinte y etapa inicial del actual.

El Indio Naborí elaboró  varios libros de poesías.  Además colaboró con diferentes publicaciones.

También Jesús Orta Ruiz desarrolló una importante labor investigativa y crítica que se reflejó en diferentes libros, uno de los cuales es Poesía criollista y siboneista, cuya selección, prólogo y notas estuvieron a su cargo.

En su libro de poesía  titulado  Entre el reloj y los espejos  recurrió a su memoria para destacar el simbolismo de temas eternamente humanos.

Están presentes en este libro aspectos relacionados con la  intimidad, así como la niñez y la juventud del poeta quién además meditó sobre el destino del hombre y ofreció su solidaridad con los demás seres humanos.

Un poema titulado Obra forma parte de su libro Entre el reloj y los espejos.

En ese poema señaló:

             Me queda por decir no sé que cosa

   Que me parece inusitada y bella,

   He gastado palabras como estrella,

   Rocío, rosicler, sonrisa, rosa...

   Y en lo pobre del verso y de la prosa

   No he logrado apresar el alma de ella

   La he visto: fugitiva mariposa

   O pájaro con alas de centella.

   Cuando callo, la escucho y la medito,

   Pero se pierde en el poema escrito.

   Me queda poco tiempo de palabra,

   Me desespera la que nunca encuentro

   ¿Y he de morir sin que mi mano abra

   Puertas al ave que me canta dentro?

Entre las obras más singulares de contenido histórico de Jesús Orta Ruíz se encuentra la que dedicó a reflejar lo acaecido el 26 de julio de 1953 cuando jóvenes revolucionarios encabezados por Fidel Castro llevaron a cabo los asaltos a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y el Cárlos Manuel de Céspedes, en Bayamo.

Jesús Orta Ruíz creó e hizo público este poema seis años después, tras haberse producido en Cuba la victoria de la Revolución.  Viajaba entonces rumbo a Viena para participar en el séptimo Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Su poema impresionó a los jóvenes cubanos que participarían en ese evento. 

En dicho poema Orta Ruíz, expresó:

Era la mañana de la Santa Ana, 

mañana de julio pintada de rosa.
Nadie presentía que saldría el Sol

por la silenciosa  granja de Tizol.
Santiago el Apóstol, marchito, dormía

como derribado por la algarabía
de conga y charanga, locura y alcohol. 

Era la mañana de la Santa Ana...
¡Oh, la incubadora de la redentora  granja Siboney!  

¡Qué gloriosos gallos dieron a la aurora

viejas y olvidadas posturas de Hatuey!

También en el citado poema Jesús Orta Ruíz detalló al evocar a los jóvenes revolucionarios cuando se dirigían hacia el cuartel Moncada.

Iban decididos por la carretera...

Por todo el paisaje se abrió la bandera.
En la caravana de los inmortales 

iban dos mujeres de pureza estoica:
también procedían de la granja heroica,

de la incubadora Mariana Grajales.

Eran soles previos que con su alborada 

rasgaron las nieblas del cuartel Moncada 

La Patria en tinieblas vio sus rumbos claros
a la luz precisa de urgentes disparos.
Era la mañana  de la Santa Ana. 

La sangre vertida no fue sangre vana.

Y al referirse a la represión desatada por los soldados de la dictadura contra los combatientes revolucionarios que fueron apresados, y a cómo los asesinados se convirtieron en símbolos, Naborí expuso: 

¡Qué ciegas estaban las manos de aquel

que arrancó los ojos, los ojos de ensueño 

los ojos de Abel!  ¡Los ojos de Abel! 

que ahora son estrellas de un cielo risueño

y alumbran el paso triunfal de Fidel!
Los mártires todos invaden el día, 

alegran ciudades, liberan el monte...
Ya escucho los cantos de Gómez García 

en rápido tránsito de flor a sinsonte: 

 -26 de Julio: heridas  por donde surgió la aurora:
alta fecha vengadora  de las fechas ofendidas.

Caliente sangre de vidas  rotas por el heroísmo 

cuando traición y cinismo 

bailaban sobre un calvario... 

Oh, rocío necesario 

a la flor del patriotismo!

Jesús Orta Ruíz igualmente resumió el simbolismo de la fecha en que se produjo el asalto al cuartel Moncada al patentizar en el poema:

Es la voz de toda la tierra cubana: 

-¡Gloria a la mañana de la Santa Ana!

Otro poema muy trascendental de Jesús Orta Ruíz fue el  identificado como Marcha triunfal del Ejército Rebelde en el que hizo referencia a la entrada en La Habana de la Caravana de La Libertad, encabezada por Fidel, el 8 de enero de 1959.

El texto íntegro del poema es el siguiente:

¡Primero de Enero¡

Luminosamente surge la mañana

Las sombras se han ido. Fulgura el lucero

de la redimida bandera cubana.

El aire se llena de alegres clamores.

Se cruzan las almas saludos y besos

y en todas las tumbas de nobles caídos revientan las flores

y cantan los huesos.

Pasa un jubiloso ciclón de banderas

y de brazaletes de azabache y grana;

mueve el entusiasmo balcones y aceras;

grita desde el marco de cada ventana.

A la luz del día se abren las prisiones

Y se abren los brazos; se abre la alegría

Como rosa roja en los corazones

De madres enfermas de melancolía.

Jóvenes barbudos, rebeldes diamantes

con trajes olivo, bajan de las lomas,

y, por su dulzura, los héroes triunfantes

parecen armadas y bravas palomas.

Vienen con fragancia de vida rural;

vienen con sonrisa de hermano y amigo;

tienen con las armas que al ciego enemigo

quitó el ideal;

vienen vencedores del hambre, la bala y el frio;

por el ojo alerta de cada bohío;

vienen con un triunfo del fusil y arado;

vienen con el ansia del pueblo encendido;

vienen con el aire y el amanecer,

y sencillamente, como el que ha cumplido

un simple deber.

No importa los días de guerra y desvelo;

no importa la cama de piedra o de grama,

sin otra techumbre que ramas y cielo;

no importa el insecto, no importa la espina,

la sed consolada con parra del monte,

las lluvias, el viento, la mano asesina

siempre amenazando en el horizonte.

Sólo importa Cuba, sólo importa el sueño

de cambiar la suerte.

¡Oh, nuevo soldado que no arruga el ceño,

ni viene asombrado de tutear la muerte¡

Los niños lo miran pasar aguerrido

y piensan, crecidos por la admiración,

que ven a un rey mago, rejuvenecido

y con cinco días de anticipación.

Pasa fulgurante Camilo Cienfuegos;

alumbran su rostro cien fuegos de glorias

Pasan capitanes, curtidos labriegos

que vienen de arar en la Historia.

Pasan las marianas sin otra corona

que su sacrificio: cubanas marciales,

gardenias que un día se hicieron leonas

al beso de Doña Mariana Grajales.

Con sus invasores, pasa el Che Guevara,

alma de los Andes que trepó el Turquino.

San Martín quemante sobre Santa Clara,

Maceo del Plata, Gómez argentino.

Ya entre los mambises del bravío Oriente,

sobre un mar de pueblo, resplandece un astro:

ya vemos….ya vemos la cálida frente

el brazo pujante, la dulce sonrisa de Castro.

Le siguen, radiantes, Almeida y Raúl,

y aplauden el paso del héroe ciudades quemadas,

ciudades heridas, que ya están curadas

y tienen un cielo sereno y azul.

¡Fidel¡ ¡Fidelísimo retoño martiano,

asombro de América, titán de la hazaña

que desde las cumbres quemó las espinas del llano

y ahora riega orquídeas, flores de montaña¡

Y esto, esto que las hieles se volvieran miel,

se llama….Fidel.

Y esto, esto que la ortiga se hiciera clavel,

se llama ….Fidel.

Y esto que mi Patria no sea un sombrío cuartel,

se llama…Fidel.

Y esto, esto que la bestia fuera derrotada por el bien del hombre,

y esto que la sombra se volviera luz,

esto tiene un nombre, sólo tiene un nombre;

FIDEL CASTRO RUZ.

Jesús Orta Ruíz, no obstante haber perdido varios lustros después la visión, se mantuvo creando hasta casi el instante en que se produjo su fallecimiento el 30 de diciembre del 2005 en La Habana.

Precisamente tres días antes de su deceso escribió un poema inspirado en la vida y labor del máximo dirigente de la Revolución Cubana, Fidel Castro.

Ese poema él lo titulo El tiempo no devora redentores.

Manifestó en dicha obra:

Estatua viva del metal más fuerte,
no pudiendo los monstruos de oro y cieno
matarte con la bala o el veneno,
quieren que el tiempo te condene a muerte.
Cuentan tus horas, les anima verte
blanca la barba de perfil de heleno;
y en la alta cumbre del pensar sereno
el brote de tus canas les divierte.
Los pueblos, sin embargo, te dan rosas,
poemas y canciones más por cosas
de cumplesueños que de cumpleaños,
pues la edad de los héroes y los genios
no se mide por días ni por años
si no por los largos siglos y milenios. 

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