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publicado el 18/08/2025 07:05 pm

155 años del fusilamiento de Perucho Figueredo: Cuando “Morir por la Patria es Vivir”

El 17 de agosto de 1870, Pedro Figueredo, conocido por Perucho, hizo realidad lo que había plasmado en el contenido de lo que es en la actualidad el Himno Nacional de Cuba.

Con singular entereza encaró el instante en que fue fusilado por los soldados españoles en Santiago de Cuba. Tenía entonces 52 años.

Su nacimiento se produjo en la ciudad de Bayamo el 18 de febrero de 1818

Inicialmente se estimó que había nacido el  29 de julio de 1869. Pero en el 2017 se logró encontrar su partida de nacimiento lo cual posibilitó hacer la correspondiente rectificación.

En 1834 fue enviado a estudiar a un colegio habanero en el que fungía como director literario y luego como director del plantel privado José de la Luz y Caballero.

Cuatro años después se graduó de bachiller en Filosofía en ese colegio.

Entonces viajó a Barcelona  a estudiar Derecho y también cursó clases de piano, hasta que en 1842 se graduó de abogado.

Después se trasladó a Madrid con el objetivo de revalidar su título en la Universidad Central, al tiempo que recorrió varios países de Europa.

Años más tarde, exactamente en 1851, en Bayamo junto a Carlos Manuel de Céspedes, fundó la Sociedad La Filarmónica, centro cultural que agrupaba a intelectuales de la región.

Posteriormente ocupó el cargo de delegado de Marina y ya figuró en un listado de sospechosos por infidelidad al gobierno español.

Desde los años de la década del sesenta en el siglo XIX Perucho Figueredo fue uno de los bayameses que formó parte del movimiento conspirativo contra los representantes de la metrópoli  española en Cuba.

Ese movimiento se había gestado en la ciudad de Bayamo y en otras zonas de la entonces provincia de Oriente.

Su casa fue el centro principal de la conspiración independentista en la región oriental.

El 13 de agosto de 1867 acordaron, junto con Francisco Maceo Osorio, convocar a la constitución del Comité Revolucionario de Bayamo, centro aglutinador de los trabajos conspirativos en la región.

Al día siguiente se realizó una reunión secreta en su vivienda en la que se formó dicho Comité, el cual integró como vocal.

Ese 14 de agosto él creó una marcha de carácter patriótico.   Posteriormente habló con el maestro Manuel Muñoz Cedeño para que la orquestara.  

Después  contactó con el padre José Batista para que fuese interpretada la marcha  al finalizar la misa aprovechando las festividades del Corpus Christie.

El Gobernador español en Bayamo que estaba presente en esa actividad, comentaría que más parecía una marcha guerrera que religiosa. 

La  marcha se fue popularizando aunque en ese instante no tenía una letra en específico.

El 10 de octubre de 1868 Perucho Figueredo formó parte del grupo de patriotas que secundó a Carlos Manuel de Céspedes en el empeño de iniciar la guerra por la independencia de Cuba del dominio colonial español.

Y el 20 de octubre tras los luchadores independentistas cubanos haber logrado ocupar la ciudad de Bayamo, en medio del júbilo popular, Perucho Figueredo escribió la letra de la citada marcha.

Durante casi dos años continuó participando en el desarrollo de la guerra por la independencia de Cuba.

Fue capturado por fuerzas españolas el 12 de agosto de 1870 cuando se encontraba afectado de fiebre tifoidea, en la finca Santa Rosa de Cabaniguao, en Las Tunas.

Entonces resultó conducido a Santiago de Cuba y tras ser condenado a muerte finalmente fue fusilado cinco días más tarde. Su  cadáver fue enterrado en una fosa común por los españoles en el cementerio santiaguero.

Desde hace años sus restos descansan en el cementerio patrimonial de Santa Ifigenia donde se halla un complejo monumentario en el que resalta la escultura de Perucho Figueredo.

La escultura de bronce de dos metros de alto, lo refleja con una pluma en su mano derecha y en la mano izquierda tiene un papel que simboliza donde plasmó el texto de la marcha patriótica.

Se destaca, además la frase: Morir por la Patria es Vivir.

Al recordar el fusilamiento y la firmeza de este relevante patriota nos parece conveniente que reflexionemos acerca de lo expuesto por José Martí en relación con la muerte en sentido general.

Martí llegó a asegurar que otros lamentan la muerte necesaria y agregó que él creía en ella como la almohada y la levadura, y el triunfo de la vida. Esto lo detalló en uno de sus más significativos discursos cuando ya se hallaba trabajando en los preparativos para la reanudación de la lucha por la independencia de Cuba, pero puede decirse que desde la etapa de su juventud expuso sus consideraciones en torno al sentido que le atribuyese a la muerte heroica.

Martí también detalló la trascendencia que le concedió a la muerte y cómo esta debía transformarse en fuente de motivación, más que conclusión de la existencia de los hombres y mujeres. Señaló que  la vida se ha de llevar con bravura y a la muerte se la ha de esperar con un beso.

Martí  mantuvo siempre en alto el espíritu de lucha por la independencia de su tierra natal y en todo momento tuvo una plena confianza en los grandes  valores de su pueblo.

Y en correspondencia con sus convicciones patrióticas  se entregó de lleno, al igual que lo hicieran otros relevantes patriotas, entre ellos Perucho Figueredo, a organizar la guerra y después de haberse reiniciado supo estar en los campos de Cuba, aun a riesgo de su propia vida.

Para ejemplificar lo anteriormente señalado cabe recordar que ya en 1882 en un trabajo publicado en Caracas, Venezuela, es decir 13 años antes que se produjera su caída, Martí había expresado: “... La muerte no aflige ni asusta a quien ha vivido noblemente; sólo la teme el que tiene motivos de temor.”

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