La historia de la Revolución Cubana no puede contarse sin destacar la profunda sintonía entre Vilma Espín Guillois y Fidel Castro Ruz en la defensa de los derechos de la mujer. Más allá de la admiración mutua, compartieron una visión estratégica: la transformación social debía incluir, desde sus cimientos, la participación activa y plena de las mujeres.

Uno de los momentos más significativos fue la creación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) en 1960, una organización que Fidel confió a Vilma, reconociendo su liderazgo y compromiso. Desde entonces, la FMC se convirtió en una fuerza motriz de proyectos transformadores.

Un ejemplo pionero fue la Escuela Ana Betancourt, fundada en el Hotel Nacional, donde miles de jóvenes campesinas accedieron por primera vez a la educación, la formación profesional y la vida social activa. Esta iniciativa, impulsada por Fidel y ejecutada por Vilma, marcó un antes y un después en la inclusión de la mujer rural.

Ambos líderes coincidieron en que la igualdad no podía ser solo un discurso, sino una práctica cotidiana. Por eso, Vilma fue clave en la elaboración de políticas públicas que hoy se traducen en licencias de maternidad extendidas, acceso equitativo a la educación y la salud, y representación femenina en todos los niveles del Estado.

Fidel reconoció públicamente la claridad política y la sensibilidad de Vilma, y en múltiples ocasiones destacó que su ejemplo era “más necesario que nunca”. Ella, por su parte, supo traducir esa confianza en acciones concretas que hoy siguen vigentes en la vida de millones de cubanas.

Fuente:Investigación para el Portal en  www.acn.cu    www.fidelcastro.cu y fotos de Internet.