Los testimonios que nos legaron Fidel y el Che están llenos de encrucijadas decisivas, momentos que podían significar la vida o la muerte para nuestro pueblo. En ellos encontramos valiosas enseñanzas y herramientas para tomar decisiones acertadas en el proceso de liberación, con una vigencia que trasciende el tiempo y nos guía aún hoy.

 Fidel, como dirigente supremo y educador popular, asumió la enorme responsabilidad de conducir al pueblo con sabiduría y visión, mientras que el Che, además de desempeñar múltiples responsabilidades prácticas en distintos ámbitos, construyó una obra teórica fundamental, que se erige como uno de los mayores monumentos intelectuales de la Revolución en sus primeros años.

 Ambos líderes compartieron un espíritu polémico y valiente, conscientes de que la Revolución no podía limitarse a etapas que simplemente cumplieran tareas parciales, pues eso la habría reducido a un régimen intermedio y efímero. Para Fidel y el Che, la verdadera revolución socialista en países que habían sufrido colonialismo y neocolonialismo debía ir mucho más allá de una evolución gradual: era necesario subvertir, romper con lo establecido, crear y transformar profundamente a las personas, sus relaciones, las instituciones y la sociedad en su conjunto, una y otra vez.

 Esta visión compartida y el profundo respeto mutuo entre ellos fueron la base de una alianza que no solo impulsó la Revolución cubana, sino que también nos dejó un legado invaluable de compromiso, pensamiento crítico y esperanza para seguir construyendo un futuro más justo y humano.

Fuente y fotos  de Ganma.cu