El 27 de noviembre es, desde 152 años atrás, de honra a la inocencia. Fueron pues, en esa etapa, fusilados ocho estudiantes de Medicina, bajo las falsas acusaciones de haber ultrajado la tumba del periodista español Gonzalo Castañón. En su honor fue erigido un templete de estilo griego, rodeando aquella pared en la que ocurrió el horrendo crimen, donde hasta la fecha, se reúnen los jóvenes cubanos para homenajear a las víctimas del odio colonial.

Este 27 de noviembre, como cada año desde que se levantó el magno monumento de mármol que pareciera que alberga ocho vidas. La Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en su misión de formar y guiar a las nuevas generaciones, convocó a todas y todos a reunirse para este acto de honor a quien honor merece.

Ya estaban casi todos en el lugar, las ofrendas florales listas, los oradores preparaban sus voces y discursos, no querían fallar, querían ser tan exactos como Fermín Valdés Domínguez en su ardua empresa de buscar justicia para sus hermanos.

Y listo, ya iba a comenzar el acto, pues habían ya llegado Roberto Morales Ojeda, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (CCPCC); Jorge Luis Broche Lorenzo, miembro del CCPCC; Luis Antonio Torres Iríbar, primer secretario del PCC en La Habana; Aylín Álvarez, primera secretaria de la UJC; Julio Emilio Morejón, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU); y Raúl Alejandro Palmero Fernández, primer secretario de la UJC en la capital; no querían dejar de acompañar a su pueblo en este acto de profundo amor.

Al inicio, el Himno de Bayamo, todos firmes, atentos, pero antes de entonar las notas, se hizo el pase de lista simbólico de los mártires de la FEU, de los ocho estudiantes de Medicina y de Fermín Valdés Domínguez, ¿dicen que fueron asesinados? más bien liberados de sus mortales ataduras para partir a la inmortalidad, lo demuestran esas juventudes que al unísono, en el pase de lista gritaron:

¡Presentes! ¡Presentes! ¡Presentes!

Hizo uso de la palabra Ricardo Rodríguez González, vicepresidente de la FEU, quien en su discurso, refiriéndose al hecho que se recuerda, expresó:

"(...) Hablar de injusticias es sin duda estremecer el alma, hablar de dolor y no devolverse aquí resulta indecible. Hoy, en la denuncia al oprobio, al amargo sentir que ante este monumento alzado a la inocencia se nos hace gigante. Y en ellos que contra muro y pólvora cegados, encuentro la vida, en cada estudiante y jóven cubano, en el pueblo todo que se junta en este sagrado sitio de la Patria, para continuar repudiando el olvido y confinarlo al destierro (...)".

Una vez más, y para cerrar la jornada de honra, "El Kikiri de Cisneros", pero esta vez junto a la violinista y vicepresidenta de la Asociación Hermanos Saíz, Gemay Castillo, deleitaron al público y conmovieron corazones con su arte, homenajeando la memoria de esos inocentes fusilados.

¡Patria o Muerte! Exclamaron todos antes de dar por concluido el acto, como reafirmando que todos los que por la patria su vida dan no mueren nunca. Y la respuesta, una sola, la que da este pueblo que no cree en imposibles:

¡Venceremos!

Con información de Tribuna de La Habana / Fotos: Bernardo Enrique Musibay Hernández