Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997, el ferry El Pinero es una embarcación relacionada con un instante particularmente histórico de la vida de Fidel, de Raúl  y de los que participaron el 26 de julio de 1953 en los asaltos a los cuarteles Moncada y Cárlos Manuel de Céspedes y que posteriormente fueron encarcelados en el Presidio Modelo de Isla de Pinos.

Y es que en esa embarcación ellos realizaron la travesía desde Nueva Gerona al poblado de Batabanó en la entonces provincia de La Habana,  en horas de la noche del 15 de mayo de 1955 tras haber sido liberados de la prisión.

El dictador Fulgencio Batista  se vio obligado  a adoptar esa decisión sin lograr que Fidel ni ninguno de los combatientes encarcelados hiciera ningún tipo de concesión.

Tras su llegada a Batabanó Fidel se trasladó a La Habana donde ratificó su decisión de continuar la lucha revolucionaria contra la dictadura batistiana.

En los días siguientes él fue objeto de vigilancia casi permanente por parte de las fuerzas de la tiranía, lo cual le hizo comprender que le resultaba necesario salir del país para poder desde el extranjero agrupar a quienes estaban interesados en continuar la lucha contra el régimen dictatorial.

Pero antes de salir de La Habana en el mes de junio Fidel sostuvo un encuentro con varios compañeros para reorganizar el Movimiento revolucionario que a partir de ese instante se identificó como el Movimiento 26 de Julio.

La reunión se efectuó el 12 de junio en la casa ubicada en Factoría 62 entre Apodaca y Corrales, en La Habana Vieja.

Se constituyó también la dirección del Movimiento Revolucionario “26 de Julio” la cual quedó integrada por Fidel Castro, Antonio López (Ñico), Armando Hart, Faustino Pérez, Pedro Miret, José Suárez y Luis Bonito. Se concretaron responsabilidades y acciones que debían realizarse.

El 7 de julio de 1955, exactamente 53 días después de haber salido de la prisión Fidel Castro salió de La Habana en el vuelo 566 de Mexicana de Aviación y llegó a Mérida, en la península de Yucatán. En Mérida sólo estuvo un breve tiempo, el necesario para abordar otro avión con rumbo a Veracruz.

El 8 de julio se trasladó en autobús a Ciudad México. Ya en la capital mexicana se encontraba su hermano Raúl que había llegado allí el 24 de junio. Igualmente se hallaban en México otros de los que habían participado en el asalto al cuartel “Moncada”.

Establecido en Ciudad México Fidel Castro comenzó a trabajar de inmediato en los preparativos de la reanudación de la lucha revolucionaria en Cuba. El 26 de julio al cumplirse dos años del asalto a los cuarteles “Moncada” y “Carlos Manuel de Céspedes” participó y habló en dos actos que se efectuaron en la capital mexicana.

Estos actos se realizaron, respectivamente, ante el monumento a los Niños Héroes de Chapultepec y el Ateneo Español, éste último convocado por un grupo de jóvenes exiliados de distintos países de América.

Entre el segundo semestre de 1955 y en el transcurso de algo más de diez meses del siguiente año se logró organizar la expedición del yate “Granma”, que zarpó hacia Cuba con un grupo de 82 combatientes encabezados por Fidel para proseguir la lucha de liberación nacional.

El dos de diciembre de 1956 Fidel y los demás expedicionarios llegan al territorio cubano por la zona de Playitas de Cajobabo y tres días después sufren un costoso revés al ser sorprendidos por soldados de la dictadura en Alegría de Pío.

Sólo un pequeño número de combatientes, en los siguientes días, con el apoyo del campesinado e integrantes del Movimiento 26 de Julio en la provincia de Oriente, pudo eludir a los soldados batistianos y reagruparse con Fidel, quién aún con un escaso número de hombres y armas, y frente a un adversario infinitamente superior, tuvo fe en la victoria.

Durante casi dos años Fidel se mantuvo dirigiendo la gran batalla que propició la desarticulación de la dictadura y posibilitó el triunfo de la Revolución.

El 8 de  enero de 1959 al frente de la Caravana de La Libertad Fidel llegó a La Habana y aseguró que su tropa fundamental era el pueblo. 

Se cumplía así la promesa de Fidel de convertirse en paladin por la libertad de Cuba, y de rendir tributo a sus hermanos caídos o asesinados durante los acontecimientos del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, y en la denodada lucha en los llanos y la Sierra Maestra. 

Teniendo como premisa ese principio llevó adelante la gran obra de la Revolución Cubana que en la actualidad continúa su desarrollo pleno en franca continuidad histórica.