Durante 2021 los deportistas de todo el mundo cruzaron fuerte los dedos para que la pandemia de COVID-19 pasara de largo o, al menos, diera un respiro que les permitiera volver a los escenarios de competencia y verse las caras, en los largamente esperados Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Fue necesario, en muchos casos, buscar soluciones para entrenar a distancia y asistir a torneos clasificatorios, hasta que finalmente la pandemia dio un respiro y se pudo celebrar la magna cita deportiva.

Fueron meses donde no pocos atletas, entrenadores y demás trabajadores del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación realizaron actividades distintas a las que normalmente acometen. Se les pudo ver en centros de aislamiento, llevando alimentos, comida o medicamentos al personal en zonas donde existía un foco, apoyando en el arreglo de instalaciones deportivas o en cualquier otra misión que se les planteara. Y todo ello, sin quitarle la vista a los Juegos Olímpicos.

Entre las tareas asumidas por los trabajadores de deportes de La Habana este 2021 estuvo la de disponer, en el momento más crudo de la pandemia, de la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar Mártires de Barbados como un centro de aislamiento.

A todo lo anterior se sumó la restauración de disímiles instalaciones deportivas en la ciudad, algunas terminadas, otras en pleno proceso, entre las que podemos mencionar el estadio Changa Mederos, en el municipio de Cerro; la Academia Náutica Pablo Véliz Delgado y el Combinado Deportivo Eduardo Saborit, (ambos en Playa); el Complejo Deportivo José Martí (la más compleja de las obras que se asumen dado el nivel de deterioro, entre otros factores, por la cercanía del mar) y la Sala Polivalente Ramón Fonst, ambos en Plaza de la Revolución; la Sala de Boxeo Rafael Trejo y el Combinado Deportivo Jesús Montané Oropesa (en La Habana Vieja); y el Complejo Deportivo Ensueño, en el municipio de Guanabacoa.

*Tomado de Tribuna de La Habana