Como no pudieron cumplir su objetivo, porque todas las embarcaciones estaban desactivadas, los perpetradores decidieron no dejar testigos. En el lugar murieron amarrados y baleados,  el custodio Rafael Guevara Borges, el soldado Orosmán Dueñas Valero y el sargento Yuri Gómez Reinoso.

Más tarde se conoció, que el sargento Rolando Pérez Quintosa, al escuchar los disparos, acudió en auxilio de sus compañeros y los responsables  lo creyeron muerto. Quedó gravemente herido, con cuatro balazos en el abdomen.

Gracias, a la acción coordinada de los combatientes de la PNR y del pueblo, los responsables fueron capturados y  posteriormente juzgados por los tribunales revolucionarios.

La noticia estremeció al país que siguió de cerca el proceso de recuperación de su compatriota Pérez Quintosa, atendido por un equipo médico multidiscipinario, que luchaba a toda costa por salvarle la vida, en el hospital Luis Díaz Soto.

Su estado era crítico, pues los disparos, habían perforado sus intestinos y originaron una peritonitis crónica que dio pie a una infección generalizada. Además de los medicamentos que estaba recibiendo, era imprescindible, la vacuna antiendotoxina que Estados Unidos se negó vender a Cuba.

Aunque se logró recibir de manos solidarias desde terceros países, ya era demasiado tarde. El 16 de febrero de 1992 fallecía Rolando Pérez Quintosa, quien junto a sus jóvenes compañeros, devinieron entonces, en símbolo de resistencia para el pueblo cubano.