Nacido en Argentina, Ernesto Guevara de la Serna se sintió, ante todo, hijo de la gran patria latinoamericana, y como tal –según él mismo señalara- estuvo dispuesto a entregar su vida por la liberación de  cualquiera de los países del continente sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada. Fue un hombre cuya actuación se correspondió siempre con una profunda motivación.

Siendo muy joven, en los recorridos que realizó por su país y otros de América Latina, entró en contacto con los hombres y mujeres humildes , puso sus conocimientos al servicio de ellos. Más tarde comprendió que con el esfuerzo aislado de un individuo resultaba imposible transformar la terrible realidad que padecían los pueblos, y que para curar el mal que lastraba la vida de millones de seres humanos olvidados y explotados, era necesario hacer la revolución.

Atento al palpitar de los acontecimientos de la tierra latinoamericana,  un día decidió dirigirse hacia Guatemala. Allí vivió la singular experiencia de ver cómo elementos reaccionarios, con el empleo de la fuerza y con el apoyo de Estados Unidos, provocaron el derrocamiento de un gobierno progresista.

Entonces tuvo que salir de este país y trasladarse hacia México, donde se reencontró con un joven cubano que había conocido en Guatemala, y a través de él entró en contacto con Fidel Castro, quien en julio de 1955 había llegado a la capital mexicana con el objetivo de reorganizar el movimiento revolucionario que encabezaba con vista a reanudar la lucha de liberación en Cuba.

Fue en una fría noche de 1955 cuando Ernesto Guevara, ya conocido como Che Ernesto por su procedencia argentina, se entrevista con Fidel Castro, y bastó una conversación de unas horas para que ambos se identificaran plenamente. Casi un año y medio después, Ernesto Guevara, en unión de los demás expedicionarios del yate Granma, pisaba la tierra cubana.

Muy pronto devino uno de los más destacados combatientes, y por sus condiciones, valor, capacidad y entereza, se le confiaron responsabilidades y se le asignaron misiones complejas que fue capaz de realizar con eficiencia, como la de conducir una columna invasora desde la Sierra Maestra, en la zona oriental, hasta la parte central del territorio cubano.Allí durante los últimos tres meses del año 1958 realizó una activa labor política y militar e incluso dirigió con éxito  la batalla de Santa Clara.

Tras producirse la fuga del dictador del país Fidel le encomendó al Che Guevara que se trasladara de inmediato hacia La Habana para ocupar una de las principales instalaciones militares, en este caso el castillo de San Cárlos de La Cabaña, instalación a la que llegó en horas de la madrugada del dos de enero de 1959.

Allí ocupó dicha instalación militar y a partir de ese instante comenzó a realizar una activa función, tanto en La Habana, como en otros lugares del territorio cubano, como dirigente revolucionario. Además de su labor dentro de las Fuerzas Armadas, en el transcurso de los siguientes años, dirigió con acierto varios organismos del Estado, entre ellos el Banco Nacional de Cuba y el Ministerio de Industrias.

También el Che representó a Cuba dignamente en varios eventos de carácter internacional y habló, entre otros lugares, ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas. Su imagen y su nombre penetraron de manera esencial, en el corazón de los cubanos y de muchos hombres y mujeres en el mundo. Su actitud cotidiana, su sencillez, sensibilidad y capacidad lo hicieron merecedor de ese cariño y respeto. De la presencia y labor del Comandante Ernesto Che Guevara en La Habana en forma específica ofreceremos detalles en la cronología resumida que presentaremos en este Portal.

Por: Víctor Pérez-Galdós Ortíz