Símbolos, Atributos y Monumentos

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publicado el 28/05/2021

Escudo de Armas

Concedido por el rey español a San Cristóbal de La Habana a partir de 1665, devino símbolo oficial de la provincia.

Blasón: Usa de azur; tres castillos de plata alineados en faja, cada uno almenado de cuatro merlones y donjonado (torreado) de una torre de homenaje almenada de tres merlones; el todo mazonado, y aclarado de sable. Debajo, una llave de oro en la misma posición, con el anillo a diestra y el paletón hacia abajo.

Timbre: Corona mural de oro, formada por un círculo murado con cuatro puertas (solo visible una al centro y media en cada extremidad) y cuatro aspilleras (dos visibles); y en un cuerpo superior, separado por un cordón, ocho torres almenadas (cuatro visibles) unidas por lienzos de muralla almenada.

Tenante: Dos ramos de encina al natural, una a diestra y otra a siniestra del escudo, cruzado bajo la punta y atados de azur

HISTORIA

Durante investigación realizada en los primeros años de la década de 1970 del pasado siglo en el Archivo General de Indias, en SevillaEspaña, fue encontrado el Legajo 116, Ramo 3 del fondo Audiencia de Santo Domingo, una serie de documentos emitidos por el cabildo habanero en el período transcurrido entre 1581 y 1588 -etapa muy cercana al ascenso de la capital cubana a la categoría de ciudad (1592)- que están calzados por sendos sellos de cera en los que aparece el escudo usado por la entonces villa.

Después del descubrimiento, se revisaron más de una docena de comunicaciones que mostraban —al dorso— una imagen en forma semejante a la que se obtiene con un cuño seco al ser estampado sobre la cera caliente.

En este caso, por efecto del paso del tiempo y deterioro natural de la cera, las estampas se hallaban incompletas, particularmente en los bordes. Por suerte, el fragmento que faltaba en una se había conservado en otras y esto permitía su total reconstrucción tras una labor paciente y nada fácil, en la que se puso empeño, al considerar que constituía un valioso aporte al conocimiento de nuestro pasado.

El tamaño original del sello es de 46 por 62 milímetros y según la autorizada opinión del lamentablemente desaparecido doctor Jorge du Bouchet, consultado debido a su experiencia en la materia:

«El sello es elipsoidal y del tipo heráldico, y luce en su centro, sobre una cartela de bordes arrollados, un escudo apuntado (que quiere ser a la francesa), un castillo y una llave pareados, el primero a la diestra y la segunda a la siniestra, con las guardas hacia arriba, mirando también a la siniestra; grabada alrededor de la figura que ocupa el campo del sello, entre dos hileras de finas perlas, la leyenda latina NISI DOMINUS CVSTODIERIT CIVITATEM FRUSTRA VIGILAT QVI CVSTODIT EAM (Si el Señor no custodiare la ciudad, en vano vigila quien la custodia)».

El mencionado castillo es una representación —más o menos fidedigna— de la fortaleza construida por el capitán Mateo Aceituno hacia 1538 y destruida por el corsario francés Jacques de Sores, cuando tomó La Habana en 1555. De ser así, la antigüedad de este escudo se remontaría, quizás, a la primera mitad del Siglo XVI.

El hecho de que se desconozca el albalá que honraba a la villa con este emblema no es extraño. De acuerdo con García Enseñat, hasta «Madrid perdió la Real Cédula en que Felipe II la exaltaba a capital del reino [y] ZaragozaValladolid, Cuenca, Gerona, Ciudad Real, Córdoba y otras ciudades españolas, no conservan documentos ni noticias referentes a la concesión de sus blasones».

Queda la esperanza de que, del mismo modo que se descubrió este escudo, entre los millares de documentos intocados que duermen en los archivos de la Península, alguien halle tan importante pragmática.

El dilema de los escudos

En 1943 fue publicado por la Oficina del Historiador de la Ciudad El escudo de La Habana. Consideraciones relativas a las armas y ornamentos usados antiguamente y en la actualidad por el Ayuntamiento de La Habana, estudio realizado por el Dr. Ezequiel García Enseñat a petición de Emilio Roig de Leuchsenring para dotar al Municipio de La Habana de un nuevo escudo oficial, acorde con el status político iniciado el 20 de mayo de 1902.

Según el entonces Historiador de la Ciudad, el informe histórico-heráldico de Enseñat:

«constituye un acabado estudio sobre la materia, que esclarece por completo toda la confusión existente hasta hoy sobre los escudos usados en los pasados tiempos coloniales y en la época republicana por el municipio de La Habana, y demuestra documentalmente la inexactitud de las muy numerosas afirmaciones que se han hecho por autoridades, historiadores y seudo-especializados en heráldica, sobre la autenticidad o legalidad de este o aquel escudo, o sobre las armas y ornamentos de los mismos, estableciendo (...) la urgencia con que el Municipio de La Habana está obligado a fijar en definitiva cuáles son las armas de la ciudad capital de la República».

Tras la venia del Historiador de la Ciudad, el informe de García Enseñat fue aprobado en diciembre de 1937 por el alcalde municipal Antonio Beruff Mendieta, quien envió un mensaje al Ayuntamiento, recomendando también su aprobación.

Pero no sería hasta el 11 de noviembre de 1938 que el Ayuntamiento adoptara como Escudo Oficial representativo del Municipio de La Habana el modelo sugerido por García Enseñat, quien por triste coincidencia había fallecido el día antes, 10 de noviembre.

Al morir, era unos de los miembros numerarios de la Academia de Historia, para la cual había sido designado desde su misma creación, en 1910, por el presidente de la República, José Miguel Gómez.

También había ocupado la cartera de Instrucción Pública y Bellas Artes (1913-1917) durante el gobierno de García Menocal, y fungido como embajador en México e Italia. García Enseñat dirigió los periódicos El Sport y El Liberal, fue redactor de Patria y colaborador de La Habana Elegante y El Fígaro.

 

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