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publicado el 07/12/2025 07:05 am

Antonio Maceo: el gran Titán de la Historia de Cuba

El 7 de diciembre de 1896, en un enfrentamiento con fuerzas españolas en la zona de San Pedro, en el actual municipio de Bauta tuvo lugar el fallecimiento del Mayor general del ejército libertador cubano Antonio Maceo y Grajales, y también el de su ayudante Francisco (Paquito) Gómez Toro.

Sus cadáveres fueron rescatados y protegidos por los luchadores independentistas cubanos, quienes después propiciaron que sus restos fuesen trasladados en secreto hacia otro sitio con vistas a darle sepultura.

Así, los cadáveres de Maceo y de Gómez Toro fueron colocados en el territorio de El Cacahual, en la zona de Boyeros, en La Habana.

Antonio Maceo nació en Santiago de Cuba el 14 de junio de 1845. Tenía tan solo 23 años cuando se incorporó a la guerra por la independencia de Cuba en 1868, a los dos días de haberse iniciado la contienda.

De simple soldado por su participación activa en el desarrollo de los enfrentamientos con los soldados españoles se le fueron confiriendo grados militares y diferentes misiones.

En 1878 su figura sobresalió de forma notable al realizar lo que históricamente ha sido conocido como La Protesta de Baraguá

Ante la capitulación de un grupo de luchadores independentistas al aceptar la paz propuesta por España, Antonio Maceo, en una entrevista con el General español Arsenio Martínez Campos, planteó que no deponía las armas sin haberse proclamado la independencia de Cuba ni la abolición de la esclavitud.

Maceo y los patriotas que lo secundaron se convirtieron así en símbolos de la intransigencia revolucionaria del pueblo cubano.

Inicialmente, se mantuvo en los campos de Cuba durante varios meses, pero después, al no poder lograr que la guerra se reactivara como tal, tuvo que salir hacia el extranjero, aunque siguió pensando en la situación de su tierra natal y estuvo dispuesto a participar en la reanudación de la lucha.

Así, cuando Martí, en los años finales de la década de los años ochenta y principios del siguiente lustro se esforzaba por reorganizar la guerra, encontró en Antonio Maceo un eficiente colaborador.

Tras reiniciarse la guerra el 24 de febrero de 1895 Maceo retornó a Cuba  el primero de abril de ese año y desde entonces participó en forma activa en combates y batallas relevantes, e incluso llegó a dirigir una columna invasora que partió en octubre de 1895 desde Mangos de Baraguá y llegó hasta la zona occidental del territorio cubano en Mantua en el mes de enero de 1896. 

De Antonio Maceo, calificado como el Titán de Bronce, hizo referencia José Martí en el trabajo publicado en el periódico “Patria”, el 6 de octubre de 1893.

Al reflejar una semblanza acerca del bravío luchador independentista, unos días después de haberse entrevistado con él en Costa Rica, Martí resaltó las características que a su juicio sobresalían en Maceo al asegurar:

 “Jamás parece que aquel hombre pueda con su serena pujanza, afligir u ofender, por sobra de hecho o parcialidad de juicio, la patria a quién ama de modo que cuando habla, a solas con el juramento, de la realidad de ella, del fuego que hay en ella, la alegría le ilumina los ojos, y se le anuda en la garganta el regocijo: está delante el campamento y los caballos galopando, y se ven claros los caminos. Es  júbilo de novio.”

En dicho trabajo igualmente se refirió a otras características que ponían de manifiesto la personalidad de Antonio Maceo.

Él puntualizó que había que poner  asunto a lo que dice porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo y tras enfatizar que firme es su pensamiento y armonioso, aseguró:

“Su  palabra es sedosa, como la de la energía constante, y de una elegancia artística que le viene de su esmerado ajuste con la idea cauta y sobria. No se vende por cierto su palabra, que es notable de veras, y rodea cuidadosa el asunto, mientras no esté en razón, o insinúa, como quién vuelve de largo viaje, todos los escollos o entradas de él.”

Y agregó Martí con respecto a Maceo: “No deja frase rota, ni una voz impura, ni vacila cuando lo parece, sino que tantea su tema o su hombre. No hincha la palabra nunca ni la deja de la rienda.” 

Resumió Martí en una frase relativamente breve, pero de gran simbolismo el aporte que podía darle Antonio Maceo a Cuba y a la causa de su independencia, cuando planteó:

“Y hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo.” 

Y detalló además:  “Con el pensamiento la servirá, más aún que con el valor. Le son naturales el vigor y la grandeza.”

Otra relevante personalidad de nuestra historia, el Comandante en Jefe Fidel Castro en varios discursos y trabajos hizo referencia a la trascendencia de la vida y obra de Antonio Maceo.

Por ejemplo  el 10 de octubre de 1968, en el acto conmemorativo por el centenario del inicio de la guerra por la independencia de Cuba, al recordar uno de los más trascendentales hechos realizados por Antonio Maceo,  en este caso el 15 de marzo de 1878, la Protesta de Baraguá, Fidel dijo: “Y es en esos instantes —en el instante de la Paz del Zanjón, que puso fin a aquella heroica guerra— cuando emerge, con toda su fuerza y toda su extraordinaria talla, el personaje más representativo del pueblo, el personaje más representativo de Cuba en aquella guerra, venido de las filas más humildes del pueblo, que fue Antonio Maceo.” 

También en 1978, exactamente el 15 de marzo, al  conmemorarse el centenario de la histórica Protesta de Baraguá, Fidel igualmente expuso: “Lo que sí puede afirmarse es que con la Protesta de Baraguá llegó a su punto más alto, llegó a su clímax, llegó a su cumbre, el espíritu patriótico y revolucionario de nuestro pueblo; y que las banderas de la patria y de la revolución, de la verdadera revolución, con independencia y con justicia social, fueron colocadas en su sitial más alto.”

Además en una reflexión que elaboró en junio del 2002 Fidel señaló que a Maceo lo vio siempre como una leyenda y al recordar las 26 heridas que había recibido y las más de 800 acciones en qué participó lo catalogó como “Dios de la guerra”.

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