Cuba abre su pabellón en COP30 con llamado a la cooperación climática
En una jornada marcada por la humedad amazónica, Cuba abrió hoy su Pabellón en la COP30, cual territorio simbólico en el que la ciencia, cooperación y resiliencia se entrelazan para certificar su compromiso con la acción climática.
Con profunda satisfacción inauguramos el Pabellón de Cuba, afirmó el ministro de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Armando Rodríguez, con mezcla de orgullo.
Refrendó que «este será un lugar de encuentro, diálogo e intercambio de experiencias» en la XXX Conferencia de Naciones Unidas sobre el Clima (COP30) que comenzó el 10 de noviembre y se extiende hasta el día 21.
La ceremonia avanzó como una pequeña crónica de lo que el archipiélago intenta defender desde hace años: su apuesta por la adaptación climática.
El ministro recordó que estar presente en esta COP «es muestra de la consolidación y madurez» de la Tarea Vida, el Plan del Estado cubano aprobado en 2017 que busca enfrentar, con ciencia y planificación, un país cada vez más castigado por la elevación del nivel del mar, la pérdida de biodiversidad y eventos extremos que ya dejaron de ser excepcionales.
Rodríguez habló sin tecnicismos innecesarios, como quien sabe que el tiempo apremia: cinco acciones estratégicas, 11 tareas específicas y una misión que trasciende gobiernos y coyunturas.
«La adaptación y la resiliencia no son conceptos técnicos, sino compromisos éticos con las generaciones futuras», refirió, mientras varios asistentes tomaban notas rápidas.
El momento central llegó con la presentación de resultados de un proyecto apoyado por el Fondo Verde del Clima. Allí, Cuba expuso su enfoque de soluciones basadas en la naturaleza, una línea que gana protagonismo global en el debate ambiental.
Restaurar humedales, proteger manglares, recuperar dunas. Acciones simples en apariencia, pero decisivas para amortiguar tormentas, sostener comunidades costeras y devolver equilibrio a ecosistemas debilitados.
El pabellón, entonces, se convirtió en un mapa viviente: técnicos mostrando imágenes de sitios, especialistas explicando ensayos de resiliencia costera, presentes preguntando datos, metodologías y alianzas posibles.
La isla, pequeña y asediada por múltiples crisis, reclamó ahí su lugar como país que apuesta por la cooperación.
«Invitamos a todas y todos a recorrer este espacio, a sumar esfuerzos desde el multilateralismo», insistió Rodríguez en el cierre.
A su alrededor, los colores del pabellón parecían anticipar esa aspiración: un sitio más modesto que otros en tamaño, pero cargado de símbolos, de historias de resistencia y del deseo de un futuro sostenible.
En el espacio quedó flotando esa mezcla de solemnidad y esperanza con la que Cuba inauguró su casa en Belém. Un recordatorio de que, pese a las limitaciones, hay países que siguen apostando por el clima como destino compartido.
(Con información de Prensa Latina)