Descrito por primera vez en 2015 en Enterobacteriaceae de humanos y ganado en China, el gen confiere resistencia al codificar una fosfoetanolamina transferasa. Su descubrimiento pone en riesgo el uso de la colistina, antibiótico de último recurso.

La colistina, una mezcla de polipéptidos cíclicos colistin A y B, combate bacilos Gram negativos, incluyendo Pseudomonas aeruginosa y Acinetobacter sp. El gen mcr-1 se ha encontrado predominantemente en E. coli, pero también en especies de Salmonella, Shigella sonnei, K. pneumoniae, E. aerogenes y E. cloacae.

Este gen se ha detectado en bacterias presentes en animales destinados al consumo humano, carne cruda y muestras de pacientes. Su presencia dificulta el tratamiento de infecciones bacterianas, subrayando la urgencia de nuevas estrategias.

La proteína codificada por el gen mcr-1 cataliza la adición de una fracción de fosfoetanolamina al lípido A en la membrana externa bacteriana. Esta modificación estructural del lípido A puede disminuir la tasa de crecimiento, la viabilidad celular y la capacidad competitiva de las bacterias, afectando también sus estructuras citoplasmáticas.

Ante este escenario, resulta imperativo aplicar el enfoque “Una Salud”, que busca equilibrar y optimizar la salud de personas, animales y ecosistemas. Este enfoque integral es crucial para contener la propagación de la resistencia a los antimicrobianos.

Además, el Centro Nacional de Sanidad Animal destaca la necesidad de implementar políticas adecuadas de prevención y control de infecciones. Estas incluyen medidas de bioseguridad, el desarrollo y uso de vacunas, y la adopción de buenas prácticas de manejo en la producción animal y la salud humana.

Prevenir las infecciones es más beneficioso que tratarlas, enfatiza el doctor Isaia Jesús Castillo Rosabal, del Registro de Medicamentos del Centro Nacional de Sanidad Animal, al referirse a la importancia de estas estrategias preventivas.

Fuente: Síntesis de las plataformas del creador. 

(Foto tomada de internet)