
El Generalísimo Máximo Gómez Báez, un símbolo de unidad e internacionalismo
El 17 de junio de 1905, a las 6:00 pm, falleció en su residencia de Quinta y D, en El Vedado, La Habana, el general dominicano-cubano Máximo Gómez Báez, una de las figuras más descollantes de las guerras independentistas en Cuba.
Su muerte, acaecida a los 68 años de edad, marcó el fin de una vida consagrada a la libertad y constituyó un episodio cargado de simbolismo histórico, por el legado que nos dejó tanto en el plano militar como en el humano.
En 1905, Máximo Gómez realizaba una gira nacional oponiéndose a la reelección del presidente Tomás Estrada Palma, recibiendo muestras masivas de apoyo popular, y durante ese recorrido, una pequeña herida en su mano derecha se infectó, desarrollando una septicemia.
Gómez fue trasladado urgentemente en tren a La Habana, y tuvo dos intervenciones quirúrgicas, sin éxito alguno. Muy consciente de su estado de salud, el 12 de junio de 1905 le dijo a su amigo Emilio Núñez: "Se te va tu amigo".
Innumerables misivas escritas de su puño y letra lo revelan también: con la amplitud de su humanidad, con su inteligencia, presencia y valor ilimitados, a la vez que por su elegancia, respeto y amistad sincera.
Pertenece a Máximo Gómez Báez, El Generalísimo, la cita siguiente, de indiscutible vigencia para los tiempos actuales, cuando imperialistas y mal llamados cubanos tratan de chantajear y aplastar la obra revolucionaria de más de sesenta años de justicia y sacrificio:
Tengo fe en la sangre y las lágrimas de esta tierra fecunda, en los sacrificios consumados por este pueblo. (…) Todo esto que presenciamos ahora es natural que suceda. Es el período crítico. El país, como un enfermo, se halla bajo una fiebre muy intensa, pero el enfermo no morirá porque es un ser robusto. La lucha ahora es puramente moral y sin consecuencias lamentables para el país, mientras no se perturbe la paz pública.
Yoel Cordoví Núñez, actual Presidente del Instituto de Historia de Cuba en un artículo que publicó el diario Granma, señaló sobre Máximo Gómez que en sus primeras notas autobiográficas, fechadas el 28 de marzo de 1876, en plena guerra de independencia en Cuba, se refirió al impacto de la «fatídica y degradante institución» de la esclavitud: «Cuando poco a poco me fui informando sentía unas impresiones horrorosas y sentía que se levantaba en mi alma un sentimiento que me hacía odiar a los españoles», y años después agregó: «Muy pronto me sentí yo adherido al ser que más sufría en Cuba y sobre el cual pesaba una gran desgracia; el negro esclavo. Entonces fue que realmente supe que era yo capaz de amar a los hombres»
Desde entonces, hizo causa común con los independentistas cubanos levantados en armas el 10 de octubre de 1868, al llamado de Carlos Manuel de Céspedes, quien no tardó en asignarle un puesto en la revolución naciente, a las órdenes del General Donato Mármol, explicó Cordoví Núñez.
Gómez, en el transcurso de su vida, se convirtió en un héroe de la "Campaña de la Invasión de Oriente a Occidente" junto a Antonio Maceo, fue firmante del "Manifiesto de Montecristi" con José Martí, y durante la instauración de la república, rechazó la presidencia y vivió con total austeridad.
El admirado militar y político, siempre estuvo acompañado por su esposa Bernarda Toro Pelegrín, y sus descendientes (más de uno de sus hijos, ofrendaron su vida, por la causa de Gómez)
Cuba siempre le admiró con total profundidad, y aquellos que no estaban de acuerdo con sus manifestaciones, le profesaron su respeto. Gómez nunca abandonó a los cubanos, luchó por su unidad y los acompañó en sus luchas por la independencia y la soberanía.
Hoy, a 120 años de su partida, Cuba lo rememora como todo un Generalísimo de su gesta libertadora, todo un ejemplo de coherencia ética.
Referencia: Yoel Cordoví Núñez, Presidente del Instituto de Historia, en Artículo publicado hoy en Granma "Con el pueblo y por el pueblo".
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