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publicado el 14/06/2025 08:11 am

Antonio Maceo y Grajales: un cubano de vigor y grandeza

“Y hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo”. Resumió así José Martí la trascendencia histórica de la vida y la obra de del Mayor General del Ejército Libertador cubano Antonio Maceo y Grajales, teniendo en cuenta tanto sus cualidades como combatiente y la significación de principios expuestos por él.

Nacido en la ciudad de Santiago de Cuba el 14 de junio de 1845, Maceo, identificado igualmente en forma metafórica como el “Titán de Bronce”, en octubre de 1868 a los dos días de haberse iniciado la guerra encabezada por Carlos Manuel de Céspedes se incorporó a la lucha por la independencia de su tierra natal del dominio colonial español.  

Poco a poco, atendiendo a sus condiciones como combatiente y a la forma en que solía participar en los enfrentamientos con los soldados españoles, se le fueron otorgando grados dentro del Ejército Libertador Cubano.

Y ya el 15 de marzo de 1878, tras casi diez años de hallarse combatiendo, su figura sobresalió mucho más al realizar la histórica Protesta de Baraguá.

Ese día, en la zona de Mangos de Baraguá, en la provincia de Oriente, Maceo se entrevistó con el general español Arsenio Martínez Campos.

Este trató de convencerlo para que depusiera las armas teniendo en cuenta el Pacto del Zanjón, acatado con antelación por otros luchadores independentistas cubanos.

Maceo, con una vibrante actitud, aseguró que no aceptaba esa propuesta sin haberse alcanzado la independencia de Cuba ni la abolición de la esclavitud.

Martí le dio un valor muy relevante a esa actitud de Maceo y precisamente en una carta que le dirigió, años después, el 25 de mayo de 1893, detalla: “Precisamente tengo ahora ante los ojos “La Protesta de Baraguá”, que es de lo más glorioso de nuestra historia.”

Maceo en 1878 no pudo continuar la lucha en forma estable debido a las duras condiciones que tuvo que enfrentar y finalmente se vio obligado a salir de Cuba. Pero aun desde la distancia física, siempre se mantuvo al tanto de la situación existente en Cuba y patentizó su disposición de reanudar los combates.

Inicialmente, en unión de Máximo Gómez, concibieron un plan que no llegó a hacerse realidad. Pero años después, cuando en 1893 José Martí se hallaba trabajando afanosamente en tratar de reorganizar la guerra por la independencia de Cuba, y fue a entrevistarse con él en Costa Rica, ratificó su disposición de dar su contribución a ese empeño.

Precisamente acerca  de Maceo  en un trabajo publicado en el  periódico “Patria”, el 6 de octubre de 1893,  describió las cualidades, sensibilidad y firmeza de quien la historia de Cuba ha identificado como el Titán de Bronce.

Martí, además de enfatizar que él tenía tanta fuerza en la mente como en el brazo, había resaltado además cuál podría ser el aporte de Antonio Maceo a Cuba al manifestar:  “Con el pensamiento la servirá, más aún que con el valor. Le son naturales el vigor y la grandeza.”

Poco tiempo después de haberse reiniciado la guerra por la independencia de Cuba, Maceo, el primero de  abril de 1895 en una expedición que llegó a Duaba, en la zona oriental del territorio cubano, demostró sus condiciones como combatiente y uno de los jefes principales del Ejército Libertador.

El 5 de mayo se produce en La Mejorana el encuentro entre José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo.

Y aunque entre ellos no hubo un criterio homogéneo con respecto a cómo debía ser la organización y dirección de la guerra, sí los tres concuerdan en mantener en alto las banderas de la lucha.

Siete días después, en lo que fue la última carta que le escribió a Antonio Maceo, Martí, quien cayó el 19 de mayo, le ratifica al bravío luchador independentista su confianza y el significado que tenía su actitud y valor en el seno de los combatientes cubanos.

Martí le manifestó: “Súbase en los estribos, y haga arder los hombres a su voz.”

Entre octubre  de ese año y enero de 1896, Maceo incluso realizó lo que fue calificado como una proeza o hazaña desde el punto de vista militar, la invasión de una columna que salió desde Mangos de Baraguá, en la parte oriental, y llegó a Mantua, en la zona occidental de Cuba.

Antonio Maceo cayó en combate el 7 de diciembre de 1896 en la zona de San Pedro, en Bauta. Su cadáver y el de su ayudante Francisco Gómez Toro pudieron ser rescatados por los luchadores cubanos y finalmente los restos de ambos resultaron en forma secreta depositados en El Cacahual, en La Habana, donde en la actualidad hay un gran complejo monumentario.

Acerca de la vida y labor de Antonio Maceo  habló en varias ocasiones el máximo líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro.

Por ejemplo, el 10 de octubre de 1968, en el acto conmemorativo por el centenario del inicio de la guerra por la independencia de Cuba, al recordar uno de los más trascendentales hechos realizados por Antonio Maceo,  en este caso el 15 de marzo de 1878, la Protesta de Baraguá, Fidel dijo:

“Y es en esos instantes —en el instante de la Paz del Zanjón, que puso fin a aquella heroica guerra— cuando emerge, con toda su fuerza y toda su extraordinaria talla, el personaje más representativo del pueblo, el personaje más representativo de Cuba en aquella guerra, venido de las filas más humildes del pueblo, que fue Antonio Maceo.” 

El 15 de marzo de 1978, al  conmemorarse el centenario de la histórica Protesta de Baraguá, Fidel igualmente expuso:

Lo que sí puede afirmarse es que con la Protesta de Baraguá llegó a su punto más alto, llegó a su clímax, llegó a su cumbre, el espíritu patriótico y revolucionario de nuestro pueblo; y que las banderas de la patria y de la revolución, de la verdadera revolución, con independencia y con justicia social, fueron colocadas en su sitial más alto.”

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