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Armando Hart Dávalos, gran martiano y prestigioso dirigente político

El doctor Armando Hart Dávalos fue un destacado político, investigador  y escritor cubano, cuyo nacimiento tuvo lugar en La Habana el 13 de junio de 1930. Hoy el maestro e intelectual cubano estaría cumpliendo 95 años.

Desde la etapa que era estudiante de la Universidad de La Habana se incorporó a la Juventud Ortodoxa, organización juvenil del Partido del Pueblo Cubano, y cuando ocurrió el golpe de Estado el 10 de marzo de 1952 suscribió, como miembro de la Federación de Estudiantes Universitarios, una denuncia pública y participó activamente en la agitación estudiantil en defensa del respeto a los principios democráticos.

En 1952 se graduó de abogado. Integró posteriormente el Movimiento Nacional Revolucionario de proyecciones democráticas, patrióticas y antiimperialistas.

Estableció relaciones con jóvenes opositores al régimen dictatorial en diversas provincias y desarrolló fuertes vínculos revolucionarios con Frank País. Combatió públicamente a los partidos de oposición burguesa.

Años después fue uno de los fundadores del Movimiento 26 de julio en Santiago de Cuba. Participó activamente en el levantamiento popular del 30 de noviembre de 1956 en esa ciudad.

En 1957 fue detenido y condenado a varios años de prisión. Cuando era conducido a los tribunales logró fugarse, reincorporándose a la lucha clandestina. Entonces fue nombrado Coordinador Nacional del Movimiento 26 de julio.

A fines de 1957 subió a la Sierra Maestra y en enero de 1958 fue arrestado y encarcelado en las prisiones de Oriente y luego trasladado a Isla de Pinos, donde permaneció hasta el derrocamiento del régimen dictatorial.

El doctor Armando Hart Dávalos después del triunfo de la Revolución fue designado ministro de Educación de Cuba, cargo que ocupó hasta 1965. Dirigió la Campaña de Alfabetización, conocida como la más vasta y eficaz llevada a cabo en América Latina.

También formó parte de la dirección nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas, y del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba.

Fue elegido en 1965  miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y de su Buró Político.

Años después ocupó responsabilidades en la dirección del Partido en la provincia de Oriente. 

A partir de 1976  se desempeñó como ministro de Cultura desde la constitución de ese organismo hasta 1997.

En 1998 al crearse la Oficina del Programa Martiano  la dirigió hasta su fallecimiento ocurrido en La Habana el 26 de noviembre del 2017.

Hart igualmente fue Presidente de la Sociedad Cultural José Martí, diputado a la Asamblea Nacional y miembro del Consejo de Estado de la República de Cuba.

El doctor Armando Hart escribió diversos artículos, así como libros y además impartió numerosas conferencias.

En sus obras expuso consideraciones sobre la política cultural, historia y desarrollo social, así como sobre José Martí y otras relevantes figuras de América Latina.

Por su meritoria labor recibió diversas condecoraciones nacionales y de otros países, entre ellas la Medalla de la UNESCO por el bicentenario del nacimiento de Simón Bolívar.

Tanto en discursos que pronunció, así como en conferencias, trabajos periodísticos y libros, el Doctor Hart patentizó el gran amor y respeto que sentía por la vida y la obra de José Martí.

No es posible detallar ni siquiera una parte considerable de lo mucho que él señaló al respecto, por eso citaremos tan solo unos ejemplos.

Sobre la trascendencia de la vida y la obra de José Martí y de cómo sus principios y labor creativa siguen constituyendo fuente del conocimiento, el doctor Armando Hart Dávalos, destacó en este caso en el discurso que pronunció en 1975 en ocasión del aniversario 80 de la caída en combate de  Nuestro Héroe Nacional.

“Apasionado con sus ideas y preocupaciones del futuro, con sensibilidad literaria y alma artística, debió parecerle a muchos de sus contemporáneos como un iluso y fuera de la realidad. Como sucede a menudo en el caso de los grandes revolucionarios de la historia, son acusados de románticos por quienes, por estar inmersos en la realidad inmediata, no aciertan a comprender la realidad misma. Fuera de la realidad estaban los impugnadores de Martí. El Apóstol, por el contrario, llevaba más realismo en sus versos, en su prosa literaria, en su ferviente batallar por la independencia, en su culto a la dignidad plena del hombre, en sus predicciones antiimperialistas, en sus análisis de los problemas de América, en su descripción de las costumbres, la vida de los Estados Unidos y otros países del mundo que el más documentado estudio que hubiera hecho cualquier autonomista".

"Nadie en América vio tanto como vio él. Nadie comprendió mejor que él las raíces de la revolución cubana, el presente que le tocó vivir y el futuro de Cuba y América, porque nadie como él penetró en la esencia popular de la revolución cubana".

Hart Dávalos, en un trabajo titulado Vigencia del pensamiento pedagógico y humanista de José Martí, reflejado en la Revista Honda, número 13 del 2005, se refirió a la trascendencia de la labor educativa de Martí y al papel  que le concedió a la enseñanza.

Expresó al respecto:

“En sus largos años de emigrado ejerció como maestro en varias ocasiones; lo hizo en Guatemala, en Caracas y, también, en Nueva York y se refirió al tema de la educación y la pedagogía en varios de sus artículos y escritos. Más su obra en este terreno no se limitó a ello, sino que toda su vida revolucionaria estuvo volcada hacia la prédica y la enseñanza, desde la tribuna y con la pluma, para contribuir a la elevación de la conciencia patriótica y a la movilización de voluntades a favor de la independencia de Cuba.

Incluso, la revista La Edad de Oro la concibió como un medio de llevar a los niños de Nuestra América el conocimiento de la historia y de la cultura de sus pueblos y de otras regiones del mundo".

Y de cómo Martí se nutrió de las valiosas experiencias de educadores que le antecedieron y de quién fuera su maestro Rafael María de Mendive, también precisó el doctor Hart:

“Martí recibió de sus antecesores –en especial de Luz y Caballero, a través de Mendive- el principio de que el pensamiento científico ha de abordar los hechos reales y concretos de la abstracción encaminada a establecer relaciones con otros hechos. Se intentaba así descubrir las posibilidades de promover y orientar la conducta del hombre para, en el ejercicio de su libertad creadora, forjar la cultura. La comprobación o confirmación definitiva estaba para estos maestros en el resultado alcanzado, es decir, lo que se observaba a través de la práctica humana –en ese caso considerando la educación como práctica sensible humana.

Situar como aspecto central de su concepción filosófica la práctica de enseñar y mejorar al hombre está a tono con las más rigurosas concepciones científicas de nuestras ideas filosóficas.”

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