
Fermín Valdés Domínguez: amistad y hermandad con José Martí
Fallecido en La Habana el 13 de junio de 1910, Fermín Valdés Domínguez mantuvo desde la etapa de la niñez una gran amistad con José Martí.
Incluso Martí en diversas cartas que le escribió en diferentes etapas de su existencia lo calificó como mi Fermín, Fermín queridísimo, mi gran amigo Fermín, Ferminón, Fermín del alma, hermanote.
José Martí y Fermín Valdés nacieron en La Habana en el año 1853 tan sólo con varios meses de diferencia. El nacimiento de Martí tuvo lugar el 28 de enero y el de Fermín el 10 julio.
Según consta en documentos de la época, era un niño recogido de la Casa Cuna, de ahí su primer apellido Valdés, y adoptado por la familia Domínguez, que lo quiso y educó como a un hijo propio.
Cuando fueron compañeros de estudio en el colegio San Anacleto, en La Habana, nació la amistad de ambos, cuya relación se mantuvo y desarrolló a través del tiempo, hasta convertirse en el símbolo de una gran hermandad.
Fermín Valdés Domínguez estudió medicina y después ejerció esa profesión.
Cuando Martí fue deportado hacia España en el año 1871, poco tiempo después, al hallarse enfermo y alejado de su familia, encontró en Fermín al amigo servicial que mucho lo ayudó.
Con posterioridad, al comentar lo que había significado esa ayuda, Martí le expresaría en una carta fechada el 19 de septiembre de 1872 que cuando lo había visto a su lado no ha suspirado por su madre.
Años después, cuando Martí necesitó también la ayuda de Valdés Domínguez en los preparativos de la guerra por la independencia de Cuba, el entrañable amigo acudió a su llamado.
El 25 de febrero de 1876 Fermín Valdés Domínguez contrae matrimonio con Consuelo Quintanó Ramos, sobrina de su madre adoptiva, con quien tiene una única hija, que fallece al poco tiempo de nacer.
Tras la muerte de su amigo Martí, en mayo de 1895, Fermín decidió dar su contribución directa al desarrollo de la lucha por la independencia de Cuba. Llegó al territorio cubano el 25 de julio de 1895 en la expedición que dirigía Carlos Roloff.
En Cuba Valdés Domínguez atendiendo a su condición de médico fue inicialmente designado jefe de sanidad del cuarto cuerpo de Las Villas, el que comenzó a organizar el 11 de agosto de 1895. Participó en la Asamblea Constituyente de Jimaguayú, en septiembre de 1895. Allí lo eligieron subsecretario de Relaciones Exteriores.
El 19 de diciembre de 1895 fue nombrado jefe de Sanidad del primer cuerpo de Oriente. Más tarde ocupó, interinamente, la secretaría de Relaciones Exteriores sin abandonar sus deberes como jefe de Sanidad, cargo al cual renunció el 13 de julio de 1896. Después se incorporó al cuartel del general en Jefe del Ejército Libertador Cubano, Máximo Gómez, de quien fue jefe de despacho. El 23 de diciembre de 1896 lo ascendieron a Coronel.
Posterior a la conclusión de la guerra residió en la capital cubana y no ocupó ningún cargo público.
Sí tuvo una actitud de defensa de los intereses de su tierra natal. Integró la Junta Patriótica de La Habana, fundada el 10 de octubre de 1907 para oponerse a la corriente anexionista que comenzó nuevamente a tomar auge en Cuba en ciertos sectores durante la segunda intervención militar y ocupación norteamericana en el período comprendido entre 1906 y 1909.
José Martí escribió y habló en varias ocasiones acerca de las características de Fermín Valdés Domínguez.
El 12 de junio de 1870, en una dedicatoria que le envía en un retrato suyo desde el presidio en La Habana, le escribió:
En mis desgracias, noble amigo mío, viste
¡Ay! mi llanto brotar; si mi tirano
Las arrancó de mi alma, tú supiste
Noble enjugarlas con tu amiga mano,
Y en mis horas de lágrimas, tú fuiste
El amigo mejor, el buen hermano
Recibe, pues, con el afecto mío
Este pobre retrato que te envío.
Asimismo el 28 de agosto de 1870 en otra foto le detalla:
Hermano de dolor, no mires nunca
En mí al esclavo que cobarde llora;
Ve la imagen robusta de mi alma
Y la página bella de mi historia.
Martí había sido detenido en octubre de 1869.
Integrantes del Cuerpo de Voluntarios habían hecho un registro en la casa de Fermín Valdés Domínguez en la cual ocuparon una breve carta en la que Martí y Valdés Domínguez enjuiciaban a uno que había sido condiscípulo de ambos en la escuela de Rafael María de Mendive, por haberse enrolado en las filas del Cuerpo de Voluntarios una fuerza militar auxiliar al servicio del régimen colonial español.
Bastó la ocupación de dicha carta para que ambos fuesen sometidos a un proceso judicial. En el juicio, tanto Martí como Valdés Domínguez trataron de asumir la máxima responsabilidad al declarar cada uno, en forma respectiva, ser el autor de la citada misiva.
Finalmente, tal vez por la vehemencia de su planteamiento, se evidenció que había sido Martí quien había redactado la carta y sobre él recayó la mayor condena. Fue entonces trasladado al Presidio Departamental de La Habana donde lo identificaron como el recluso número 113 de la primera brigada de blancos.
Años después Martí incluso supo valorar las cualidades de su amigo como patriota. Precisamente en una emotiva carta que le enviara a Fermín el 28 de febrero de 1887, también Martí resaltó la labor que éste había realizado en demostrar la inocencia de los jóvenes estudiantes de medicina que fueron injustamente fusilados en Cuba en 1871 por el régimen colonial español.
Al respecto le manifestó:
“Tú has hecho, con singular elevación, lo que acaso nadie más que tú hubiera determinado a hacer. Lo has hecho sin pompa y sin odio, como se hacen las cosas verdaderamente grandes”.
En agosto de ese año, en un trabajo relacionado con los sucesos del 27 de noviembre de 1871, publicado en El Economista Americano, en Nueva York, Martí narró lo que hizo varios lustros después Fermín Valdés Domínguez, para demostrar en forma fehaciente la inocencia de los estudiantes fusilados.
Y en 1894, en un trabajo publicado en Patria el 3 de febrero, Martí volvió a evocar la firme actitud de su amigo, y lo calificó como el “Vengador del bestial crimen del 27 de noviembre de 1871”, y como el criollo indómito y útil en quien, “en uno de los momentos más dramáticos y puros de nuestra tierra, encarnó y palpitó el alma cubana”.
También de manera muy especial hizo una amplia valoración acerca de Fermín en ocasión de rendírsele un homenaje en Nueva York, el 24 de febrero de 1894. Allí resaltó la firme actitud y labor realizada por Valdés Domínguez en demostrar la inocencia de los estudiantes de medicina, al enfatizar:
“¡Ah! Ese hombre no ha vindicado solamente a los estudiantes de medicina, ese hombre ha vindicado a la sociedad de Cuba!”.