El 21 de mayo de 1953 quedó marcado en la historia de Cuba como la fecha en que se inauguró el busto de José Martí en el Pico Real del Turquino, la mayor altura del país, situada a 1,974 metros sobre el nivel del mar. Este acto simbólico representó un homenaje a uno de los más grandes patriotas y poetas cubanos, cuya vida y obra han sido inspiración para varias generaciones.

La idea de colocar un busto de Martí en el punto más alto de Cuba surgió a finales de 1952, propuesta por la jóven maestra Emérita Segredo Carreño, integrante de la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano. Esta iniciativa buscaba rendir tributo al Apóstol en un lugar emblemático, vinculando la grandeza del hombre con la altura de la montaña.

El busto fue realizado en bronce por la escultora cubana Jilma Madera, reconocida también por otras obras martianas, y pesa 163 libras. La escultura fue fundida en los talleres del Ministerio de Obras Públicas y acompañada de una tarja conmemorativa.

El acto inaugural contó con la presencia de alrededor de cincuenta martianos, muchos vestidos con uniforme verde olivo, entre ellos Celia Sánchez, hija de Sánchez Silveira, quien tuvo un papel destacado en la filmación y documentación del evento. Desde entonces, el busto de Martí en el Pico Turquino ha sido un símbolo de la lucha por la independencia y la identidad cubana.

El monumento no solo representa un tributo físico, sino también una metáfora de la vida y la trascendencia humana, en palabras de Martí, quien comparó la existencia con la cima de una montaña, un lugar desde donde se puede mirar con visión nacional y humana.

La inauguración del busto el 21 de mayo de 1953 no solo marcó un hecho histórico, sino que también simbolizó la unión de un pueblo en torno a sus valores y su identidad, reafirmando el compromiso con la libertad y la justicia que Martí defendió toda su vida.

Fuente: Síntesis de las plataformas del creador.

(Foto tomada de Internet)