El Caballero de París, cuyo verdadero nombre era José María López Lledín, es una de las figuras más entrañables y legendarias de La Habana. Nació en 1899 en Vilaseca, provincia de Lugo, Galicia, España, en el seno de una familia humilde de trabajadores del campo. Movido por el deseo de buscar mejores oportunidades, emigró a Cuba siendo joven.

Aunque no existen registros de estudios formales, el Caballero de París se destacó por ser un hombre culto y autodidacta, capaz de conversar sobre literatura, historia y filosofía, y de recitar fragmentos de grandes obras. A pesar de su porte elegante y su trato distinguido, nunca fue un burgués ni perteneció a la clase acomodada; vivió como un El Caballero de París, José María López Lledín, falleció en La Habana el 11 de julio de 1985, a la edad de 86 años. Sus restos yacen en el Cementerio de Colón, uno de los cementerios más emblemáticos de la capital cubana, donde muchos visitantes acuden para rendirle homenaje a este personaje tan querido de la historia habanera. Vagabundo, recorriendo las calles de La Habana y ganándose el cariño del pueblo por su amabilidad, ingenio y educación.

Su historia y leyenda siguen vivas en la ciudad, donde incluso una estatua de bronce en La Habana Vieja recuerda a este personaje singular. Tocarla, según la tradición popular, trae buena suerte, y así, el Caballero de París continúa siendo símbolo de la cultura y el espíritu habanero.