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Fecha: 02/12/2022 09:23 am

El Granma, 66 años después

El 25 de noviembre de 1956 salió desde el puerto de Tuxpan, en México, el barco que debía traer a Cuba a los hombres decididos en ser libres o mártires. Desde la noche anterior se habían reunido, liderados por Fidel Castro, dispuestos a darles el golpe mortal a una tiranía que había durado ya 4 años.

Pasada la medianoche partió el pequeño yate que cargaba 82 hombres a bordo. Salen de la rada del puerto hasta adentrarse a mar abierto en el mayor silencio posible. Al llegar a mar abierto caen en cuenta que se va a cumplir una obra más grande que ellos mismos y entonan las estrofas del Himno Nacional, verdadero himno de lucha, y el del 26 de Julio.

El mal tiempo imperante hizo estragos en la tripulación, que casi no tuvo momentos de tranquilidad. Desde un inicio notan que el plan de viaje previsto no se cumpliría, pues el sobrepeso y las dificultades con uno de los motores habían reducido la velocidad. Unido a esto, el rumbo escogido no era el más corto, si no el que permitiría estar oculto lo más posible. Y para colmo de males, el barco comienza a hacer agua, que logran solucionar par de horas después.

Por momentos el viaje pareció una odisea homérica, pues cuando se encontraban al sur de la entonces Isla de Pinos comienzan a escuchar los reportes del alzamiento de Santiago de Cuba liderado por Frank País. El factor sorpresa había sido eliminado y ahora se tendrían que enfrentar a un ejército superior y que los estaría esperando. Otro momento terrible fue cuando, en la noche del 1ro. de diciembre, Roberto Roque, que se encontraba de vigía en el techo del barco, pierde el agarre y cae al mar. De inmediato Fidel da la orden de virar y encontrar a toda costa al compañero caído, cosa que logran después de un rato navegando en círculos. Encontrar al hermano de armas y la decisión de rescatarlo a toda costa sin dejar a nadie atrás le infunde nuevos bríos a toda la tropa en momentos de incertidumbre.

Después de 7 días y 1 500 millas de travesía, en la mañana del 2 de diciembre, hace justo hoy 66 años, por fin divisan tierra. El plan era atracar en un muelle de la zona, pero no son capaces de encontrarlo. Dan 3 pases frente a la costa, pero una confusión con las señales marítimas impiden poner el rumbo cierto.

Desesperado, Fidel le pregunta al capitán del yate si estaba completamente seguro de que la tierra que tenían delante era la isla de Cuba y no un cayo. Ante la respuesta afirmativa deciden desembarcar sin más demoras, poniendo rumbo directamente al mangle. Al encallar quedaba solo una pulgada de combustible en el tanque.

Más que un desembarco pareció aquello un naufragio. La escasez y el oleaje habían hecho lo suyo en los cuerpos de los jóvenes. Almeida, por ejemplo, tuvo que abrirle 2 agujeros al cinto. Así, entre el mangle y el lodo avanzan los expedicionarios, con más voluntad que fuerza, movidos casi únicamente por la convicción de luchar. El último en desembarcar es Raúl, que antes de hacerlo se dirige a la popa y ve el nombre del barco que los había devuelto a la Patria por primera vez: Granma.

Este fue el azaroso comienzo de la etapa final de nuestras guerras de liberación. Después vendrían momentos difíciles, como Alegría de Pio, que pondrían casi a punto de mate la revolución antes de haber siquiera empezado. Pero la decisión de luchar, el apoyo de los campesinos y el llano, y una dirección de altos quilates llevaría la obra hasta la victoria. A 66 años de esos acontecimientos todavía hay mucho por hacer para honrar la memoria de aquellos héroes.

Foto de Portada: Archivo de Granma

Tomado de tribuna de La Habana

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